EL Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS: Sembrando la semilla del cambio
Antes de su establecimiento formal, el Nuevo Banco de Desarrollo es víctima de la sobrevaloración que la opinión pública hace de él como avanzada rumbo a la construcción un nuevo orden mundial multipolar.
Esta sobrevaloración repite los elogiosos comentarios que el mundo hizo de los países BRICS en los años más difíciles de la crisis financiera internacional, otorgando a las grandes economías emergentes un brillo superior a su esplendor real.
Una golondrina no hace verano, dice el refrán para referirse a que un hecho aislado no representa la consolidación de una tendencia, y esa es precisamente la exageración en torno a las funciones y capacidades del Nuevo Banco de Desarrollo.
La institución refleja la voluntad de los BRICS para financiar la creación de infraestructuras, pero está muy lejos de encarnar a una institución antiestadounidense u opositora al orden establecido por Bretton Woods.
Pese a las notables diferencias que existen entre algunas de las economías BRICS con Estados Unidos, ni el grupo de países BRICS ni las instituciones de las que de él florezcan estarán dirigidas económica o políticamente contra un tercero.
Los BRICS son en el sentido real un grupo en formación, distinto a las tesis y planteamientos de Jim O’Neill, con intereses divergentes, pero con la firme intención de crear un contrapeso al sistema financiero controlado por occidente.
La intención dista mucho de ser hoy por hoy una vía alternativa a un sistema controlado por Estados Unidos y Europa, aunque sí es honesto decir que es la semilla rumbo a un orden alternativo que demanda, a su vez, millones de semillas.
Líderes de estas economías emergentes coinciden en que los BRICS no buscan antagonizar con las instituciones políticas y financieras existentes, sino que en un entorno de paz y negociación, buscan desarrollar un sistema de complementariedad, más justo y equitativo, rumbo a una gobernanza mundial democrática.
Las instituciones creadas por Bretton Woods han redundado en beneficio de los conglomerados internacionales, dejando a países en vías de desarrollo profundamente endeudados por los empréstitos generados tras la creación de infraestructuras.
Naturalmente hay un descontento generalizado por la lentitud de estas instituciones financieras a someterse a reformas profundas y a adaptarse a las nuevas realidades de un mundo cambiante en el que coexisten economías emergentes en ascenso.
El presidente de China, Xi Jinping, ha recalcado que la cooperación de los BRICS no se circunscribe a procurar el bien de sí mismos sino que apuesta por compartir el desarrollo con todos los países del mundo.
Así, el reto yace en que la semilla sembrada por los BRICS no repita los esquemas de las instituciones de Bretton Woods. Las valoraciones exageradas nacen de la desesperación por el establecimiento urgente de un orden internacional que procure cabalmente el desarrollo compartido y el bienestar general de los estados.
El Nuevo Banco de Desarrollo está muy lejos de ser por sí mismo un motor del cambio. No obstante, el florecimiento pleno de esta semilla dependerá del trato y atención que se le dé en los años venideros. Sólo así será la semilla del cambio y el inicio de un nuevo orden internacional, más justo y equitativo.
Fuente: Por Jorge Fernández Montes de http://spanish.china.org.cn/