Deja Vú! – Exportación de carne – Mg. Gustavo Fadda

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Argentina está cumpliendo 20 años de comercio exterior administrado y regulado por el estado, interviniendo y determinando cómo, cuándo y a qué precio exportar, aplicando  prohibiciones, restricciones, autorizaciones especiales, licencias, cupos, impuestos a la exportación, un sistema cambiario de control de cambios con corralitos, cepos y supercepos cambiarios, con restricciones al movimiento de capitales, generando un sistema múltiple de cambios, con uno oficial por dónde se cursan las operaciones de Comex y los demás como el paralelo o blue, dólar Bolsa, Turismo, Contado con Liqui, Netflix, Whatsapp, Soja, Maíz, Trigo, Carne o Industria, entre otros, y con paridades cambiarias superior al oficial.

En este contexto, días pasados tuvimos un Deja Vú, una película que hace 15 años atrás ya vimos, el gobierno determina la prohibición de exportar carne vacuna por 30 días.

Inmediatamente nos retrotrae a marzo de 2006, cuando el gobierno del entonces presidente Nestor Kirchner, determinaba idéntica prohibición pero por 180 días, en plena efervescencia por los contratos de ventas internacionales que por varios millones de dólares estaba cerrando el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna en España, y con el mundial de fútbol en Alemania a menos de tres meses de su inicio, con todo lo que eso implica y siendo dicho país, el principal comprador extranjero de la carne premium Argentina, los de mayor valor y comprendida dentro de la llamada Cuota Hilton.

Inmediatamente la deserción Argentina fue muy bien aprovechada y capitalizada por países competidores a saber, Australia, Brasil y Uruguay.

El presidente Uruguayo de entonces, Jorge Batlle, manifestó que en Uruguay estaban muy agradecidos en primer lugar con el español Hernandarias por haber introducido la ganadería en Sudamérica y segundo, a Néstor Kirchner por haber enviado a los mejores productores Argentinos a su país. Todo dicho.

Se buscaba desacoplar los precios relativos internacionales de los precios de venta en el mercado interno. La idea era vía prohibición, aumentar la oferta disponible para el mercado interno, con lo cual se lograría bajar y estabilizar los precios, beneficiando a todos los consumidores argentinos. La diferencia de precios se cubriría a los productores locales vía un programa de subsidios cruzados, con lo cual todos los actores estarían más que conformes.

El efecto logrado fue totalmente inverso, algo falló, ya que los precios internos siguieron creciendo, los consumidores no se beneficiaron para nada, la oferta cayó, la producción se desplomó, se perdieron 10 millones de cabezas de ganado, se destruyeron miles de puestos de trabajo en toda la industria cárnica, las exportaciones se redujeron a su mínima expresión y los mercados externos fueron regalados a países vecinos.

A fines del año 2015, cuando finaliza el segundo gobierno de Fernández de Kirchner, el país solo exportaba el 7 % de la faena total (93 % se vendía internamente), y quedó relegado al puesto 14 dentro del ranking mundial de países exportadores de carne vacuna, detrás de Vietnam.

En 2021, nos encuentra luego del Gobierno de Macri, exportando el 30 % de la faena (70 % se vende en el mercado interno) y ocupando el 5° puesto como país productor y exportador mundial.

¿Como se logró? Eliminando las restricciones para exportar y por un período de 2 años y fracción, se eliminaron los derechos de exportación, se pasó a un régimen cambiario de flotación administrada sin obligación de ingreso de divisas y posterior liquidación en pesos, para volver penosamente en el último año y medio de dicho gobierno y continuado por el actual de Fernández, a los derechos de exportación y al control de cambios.

A la luz de la experiencia y del contexto actual, la decisión de cerrar las exportaciones resulta altamente costosa, desproporcionada y hasta ineficaz.

Contrariamente a lo que el gobierno piensa o no quiere pensar, es que la carne que se exporta no es la misma que se consume en el mercado interno.

Existe una complementación casi perfecta entre ambas. La exportación demanda vaca y cortes de novillo pesado tales como lomo, bifes, cuadril, picana, que en el consumo doméstico son difíciles de colocar. La exportación termina empujando y colocando en el mercado doméstico, para consumo local, todos los cortes parrilleros es decir asado, matambre, vacío como así también la pulpa para milanesa, todos cortes que surgen de medias reses de menos de 125 kg e imposibles de colocar en el mercado internacional, y los favoritos del consumidor argentino.

También debemos destacar que hasta el día de hoy, el consumo per capita de carne vacuna de Argentina sigue siendo la más alta del mundo, y el precio de venta es menor que el de los países Europeos, Asiáticos y de América.

Argentina está exportando 70.000 toneladas de carne por mes, de las cuales 50.000 son compradas por China. En los últimos 2 años, de cada 10 kilos que se exportan, 8 van a ese destino. El precio de venta es de 5 dólares, que al tipo de cambio oficial, neto de retenciones oscila entre los $425 y 450 pesos, precio que resulta conforme considerando que se trata de un tipo de carne que el consumo Argentino no demanda. Estamos hablando de enormes volúmenes de carne manufactura o conserva, utilizada para uso industrial o que es cocinada en restaurantes o casas, con largo tiempo de cocción.

Si lo que el gobierno pretende con el cierre temporal de las exportaciones, es volcar esas toneladas adicionales de carne al mercado interno y solucionar el problema de la suba de precios, está equivocando el diagnóstico y generando una alegría enorme en los países competidores que festejan la medida implementada por el gobierno argentino.

Mgter Gustavo Fadda

Docente Universitario de Grado y Posgrado

Especialista en Comercio Exterior

mayo 2.021