De Rusia con amor: hacia un nuevo paradigma de reglas para el comercio global – Ec. Eugenio Marí

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Tras la invasión a Ucrania hace menos de 20 días, los países occidentales han sancionado a Rusia de una manera que no se aplica a ninguna gran potencia integrada globalmente en más de un siglo. Más allá de si las sanciones son justas o injustas, el desacople económico que generan amenaza las bases mismas del sistema multilateral de comercio.

Contando la crisis de Crimea (2014), Hong-Kong (2019) y ahora Ucrania, las reglas de juego que rigen el comercio y las inversiones entre los países occidentales por un lado, y Rusia y China por otro, se han vuelto creciente restrictivas. Además, se ha entrado en un equilibrio de ojo por ojo, donde cada sanción occidental encuentra una respuesta equivalente del otro lado. Esto se ha evidenciado claramente en la guerra comercial entre China y Estados Unidos, pero es una dinámica que no es ajena a la relación con el Kremlin.

Todo en el marco de una escalada en las sanciones económicas. La última ronda contra Rusia incluyó el congelamiento de activos de su Banco Central y la paralización de importaciones de energía. A lo que la semana pasada se sumó el hecho de que los líderes del G-7, que agrupa a Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón, decidieron dar un paso más y avanzar denegar los beneficios arancelarios de Nación Más Favorecida a Rusia.

Con China aún no ha habido medidas del mismo calibre, pero también se está avanzando en potenciar el reshoring de empresas y reducir la dependencia de insumos estratégicos. Las sanciones a la potencia oriental han incluido la imposición de aranceles adicionales, prohibición y regulación de exportaciones, suspensión de inversiones y penalidades a compañías chinas, entre otras. Todas acciones que Beijing ha respondido en la misma proporción.

En prácticamente todas las potencias hay un interés creciente por reducir la dependencia económica de sus competidores. Y a medida que se atacan los vínculos comerciales, están regresando a la escena los programas de sustitución de importaciones. Viejos conocidos de América Latina, su implementación se está extendiendo a las economías centrales. Esta semana, la Unión Europea lanzó la iniciativa REPowerEU, cuyo objetivo es “lograr una Europa independiente de los combustibles fósiles rusos antes de 2030”. Conceptualmente no tan diferente a los programas que tienen en vigor Estados Unidos, Reino Unido, China e India.

Mientras tanto, en cada episodio la Organización Mundial del Comercio se ha mostrado impotente. El sistema multilateral de reglas no ha podido actuar cuando lo que está en juego es un conflicto entre potencias. Volvemos al viejo paradigma de globalización vs nacionalismos.

Hacia adelante, lo más probable es que la competencia estratégica entre el bloque occidental y el bloque Rusia-China aumente. En ese marco, atrevámonos a esbozar una pregunta: ¿cuántas de las reglas multilaterales que hoy están en vigor seguirán vigentes en 10 años? ¿Y en 20?

Lo novedoso es que evitar caer en la trampa de Tucídides ya no será solo una responsabilidad de las potencias. En un mundo crecientemente multipolar los más pequeños también juegan. Llamada de atención para la diplomacia del Mercosur.

Ec. Eugenio Marí

Marzo 2.022

Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso y docente de Economía Internacional en la Universidad del CEMA.