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En términos prácticos, la evolución del comercio se ha adaptado en respuesta a una serie de acontecimientos significativos. Estos incluyen desde las recientes disrupciones en las cadenas de suministro globales, así como las sanciones específicas que pueden afectar a determinados países. También se ha visto influenciada por la necesidad de desarrollar estrategias y modelos de triangulación, particularmente para cumplir con los nuevos requisitos de ingreso a mercados como el europeo. A esto se suman las medidas arancelarias que han caracterizado las primeras semanas del segundo periodo presidencial de Donald Trump.
Costo u Oportunidad para el acceso a mercado
La Unión Europea (UE) asume un paso hacia la responsabilidad climática y sostenible a través de medidas implementadas en el marco de su política del pacto verde, como lo es el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (MAFC), instrumento de referencia para poner un precio justo al carbono emitido durante la producción de bienes intensivos en carbono que entran en la UE, para fomentar una producción industrial más limpia en países no pertenecientes a la comunidad.
En esta misma línea, se incluyen las medidas de deforestación establecidas en el Reglamento 2023/1115 del Parlamento Europeo, para garantizar que ciertos productos tales como el café, cacao o aceite de palma entre otros que tengan como destino final el mercado europeo no hayan causado deforestación ni degradación forestal en su proceso productivo, las cuales fueron recientemente postergadas por el período de un año. Si bien, esto se considera un alivio para los empresarios que exportan a la UE, no deja de ser un espacio de implementación de las políticas y cambios en procesos productivos asociados al cumplimiento de estas.
La pregunta fundamental es: ¿quién asumirá realmente los costos de implementar las medidas de descarbonización en las cadenas de suministro de los productos que se exportan al mercado europeo?
Este desafío va más allá de simplemente adoptar mejores prácticas. Se asemeja al proceso de selección natural de Darwin: sobrevivirán aquellas empresas que mejor se adapten. Las compañías que identifiquen tempranamente estas tendencias y sensibilicen sus operaciones hacia la sostenibilidad serán las que alcancen las metas de descarbonización, mantengan su competitividad bajo las nuevas regulaciones y se diferencien positivamente de los adaptadores tardíos, quienes podrían perder participación en el mercado.
Según el estudio presentado por el Foro Económico Mundial (WEF) en colaboración con el Boston Consulting Group en 2021, el impacto de la descarbonización de las cadenas de suministro sobre el consumidor final sería razonable, estimándose entre un 1% y 4% de incremento en los precios. Este estudio señala que la implementación de medidas orientadas a la descarbonización, que incluyen la eficiencia en materiales y procesos, uso de energía renovable, biomasa, prácticas sostenibles libres de deforestación, captura de carbono y sistemas de control de consumo energético, entre otros presenta un potencial significativo para reducir más del 40% de las emisiones, considerándose estas iniciativas dentro de un marco asequible con un costo menor a €10 por tonelada de CO2.
Sin embargo, es fundamental considerar los costos ocultos y las asimetrías existentes en este proceso de transformación. La brecha en el acceso a nuevas tecnologías y las implicaciones en la competitividad afectan principalmente a las pequeñas y medianas empresas, que deben asumir costos directos significativos en implementación de tecnologías, certificaciones, rediseño de procesos productivos y capacitación de personal. Adicionalmente, enfrentan costos indirectos relacionados con la adopción de estas medidas y limitaciones en sus capacidades financieras. Mientras el impacto en el consumidor final europeo se mantiene mínimo, existe un riesgo real de que la mayor carga financiera y operativa recaiga sobre los eslabones más vulnerables de la cadena de suministro, especialmente los productores y exportadores de países en desarrollo que buscan mantener su acceso al mercado europeo.
El dilema de diversificar las exportaciones
Identificado el impacto, es fundamental analizar cómo mantener la competitividad en estos tiempos y cumplir con las regulaciones sin evadirlas. Nos encontramos en un momento crucial donde ser adaptadores de estos cambios se vuelve imperativo, no solo identificando los beneficios del uso de nuevas tecnologías sino también ampliando el espectro de oportunidades en nuevos mercados.
En este contexto surge una reflexión sobre la identificación de nuevas oportunidades en mercados emergentes. Por un lado, encontramos a África, un continente vibrante con una población en crecimiento que gradualmente abre sus puertas a la inversión extranjera. Por otro, las economías del sudeste asiático presentan también un panorama prometedor para la diversificación comercial. Sin embargo, surge una pregunta fundamental: ¿podrían estas nuevas medidas de descarbonización generar una sustitución de exportaciones para los países en desarrollo que no se acojan de manera oportuna a estas nuevas reglas de juego? La adaptación a estos cambios no es opcional, sino una necesidad estratégica para mantener y expandir la presencia en el comercio internacional.