Argentinos, ¿a las cosas?

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por Paula Winkler

 

“Puede que desde Sófocles seamos todos unos salvajes tatuados. Pero hay en el Arte otras cosas que líneas rectas y superficies pulidas. La plástica del estilo no es tan amplia como la idea completa… Tenemos demasiadas cosas y no suficientes formas” – decía FLAUBERT en: Préface á la vie d’écrivain – . Esta expresión citada muchas veces para pensar acerca del arte y la literatura, es tomada en este texto con la intención de anunciar que la República debe de poder encontrar (y sostener) su renovada forma. Si la democracia ha sido consagrada para todos, la “cosa pública, de todos” – origen etimológico de “república” -, en cambio, busca aún su destino en el mundo, cambiante y difícil. Las instituciones, pilares imprescindibles de la representación política, no se bastan a sí mismas y no están exentas del largo camino de transformación que les impondrá la época. En tiempos cuando Europa parece que está a punto de declinar su unidad política por razones económicas (y de otra especie) y volver a la fragmentación nacional, aparecen vientos fuertes que no soplarán en la misma dirección ni para nosotros. Los tres poderes de nuestro Estado van a requerir, pues, en lo que va del siglo, probablemente, un esfuerzo ético diario mancomunado. El desempeño de sus funcionarios, acaso, no deberá estar descontextualizado y exhibir esa necia retórica, vivificada en la pura imagen de los medios masivos. Estos tiempos, quizá, nos han de imponer a todos un compromiso mayor para evitar la “superficie pulida” de que hablaba Flaubert, en su concepción dualista acerca de la forma y el contenido. Ser, además de parecer. Lo que nos enseñaron de chicos, habrá que repetirlo y cumplirlo a menos que dejemos llevarnos por la suerte de los vientos. Como mientras hay vida, hay esperanza: ¡argentinos, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos – ya lo dijo Ortega y Gasset -. (Allá, en los 30.)