Invitaron a Argentina a los BRICS, ¿es importante? – Ec. Eugenio Marí

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Argentina fue invitada a formar parte del grupo de los BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a partir del 1 de enero de 2024. Esto no significa que ya seamos parte, sino que hemos sido formalmente invitados; la decisión quedará en manos del próximo gobierno. Ahora bien, ¿qué tan importante es está invitación? ¿Nos abre puertas y ventajas?

Desde el punto de vista económico, ingresar al BRICS no significa ventajas inmediatas. El grupo es informal, y no exige ningún compromiso de apertura de los mercados ni libre comercio entre sus miembros. Tampoco hay compromisos o planes conjuntos de promoción de inversiones o similares. Esas cuestiones, de pretenderse, deberán negociarse bilateralmente entre los países y requieren en varios casos de aprobación parlamentaria.

En términos de financiamiento, la invitación tampoco significa ser parte del Banco de los BRICS. Este es un tema que estuvo en agenda en los últimos meses, cuando el gobierno argentino quiso negociar un crédito para aliviar su precaria situación financiera. Habrá que ver si Argentina luego avanza en esta dirección, pero no hay que olvidar que esto exige compromisos formales y aportes de capital al banco. Para un Estado quebrado, son objetivos inasequibles en el corto plazo. Luego de estos procedimientos es que se podrá realizar un pedido formal de crédito.

Analizado desde la óptica de nuestro posicionamiento internacional, es una señal mixta. Por un lado, Argentina ingresa a los BRICS de la mano de países a los que no se parece ni pretende parecerse: Irán, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes. Los valores políticos no coinciden; más allá de los buenos o malos negocios que puedan hacer con las empresas de estos países. Además, acercarse a este grupo de países no parece ser acertado en medio de una coyuntura donde se depende del programa financiero con el FMI, institución con mayoría de países occidentales.

Por otro, el ingreso al BRICS es algo que se venía dialogando desde hace ya una década. Los países miembros, todas economías emergentes, tienen problemáticas comunes y ser parte de un foro donde se puedan promover estos intereses puede ser positivo.

Sin embargo, no hay que perder de vista que el foro BRICS no está en su mejor momento. Cuando se acuñó el acrónimo BRIC en 2001, la principal razón fue evidenciar que el mundo tendría que ajustarse para incorporar a las economías emergentes más grandes del mundo. No sólo Brasil, Rusia, India y China encabezaban la lista de ese grupo, sino que también eran colectivamente responsables de gobernar a cerca de la mitad de la población mundial. Es lógico que buscasen estar representados en consecuencia.

Así fue que en 2007 se formó el grupo intergubernamental informal conocido como BRIC, al que luego se sumó Sudáfrica en 2011 agregando la “S”. Un foro donde las principales economías emergentes podrían coordinar sus políticas y posicionamiento frente a países e instituciones globales con primacía de Estados Unidos y sus aliados cercanos. Claramente, el BRIC se formó como un grupo de países con problemas y agendas comunes.

Pero, hoy, la realidad es diferente. El mundo ya es multipolar, y los países del BRICS no solo tienen pocos puntos en común, sino que sus asimetrías han crecido. China ha crecido al punto de convertirse en un hegemon regional que rivaliza globalmente con Estados Unidos. Y se han vuelto a encender conflictos que rompen la cohesión interna del grupo: la guerra ruso-ucraniana, los conflictos fronterizos entre India y China, el nuevo posicionamiento internacional de Brasil.

Además, a diferencia de lo que fue la conformación del grupo o la incorporación de Sudáfrica, hoy no queda claro el objetivo de incorporar a países tan disimiles como Etiopía, Arabia Saudita, Egipto, Irán, Emiratos Árabes y Argentina. No parece haber un criterio económico. Quedan dudas sobre cuál fue el criterio político; ¿tal vez un intento de revitalizar al grupo?

En fin, para Argentina la invitación a los BRICS no significará algo relevante en el corto plazo. La habilidad de nuestra diplomacia ayudará o no a que sirva como un foro para impulsar nuestros intereses; pero a sabiendas de que la vigencia del grupo está en declive. Para peor, el momento de la invitación, y los países con las que se la comparte, generan ruido sobre cuál es el posicionamiento exterior de nuestro país en medio de una extrema vulnerabilidad.

Ec. Eugenio Marí,

agosto 2.023

 

Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso. Profesor de Macroeconomía y Economía Internacional UCEMA.