La estrategia del volantazo – Lic. Marcelo Rozas Garay

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Muchos nos preguntamos si la nueva estrategia del gobierno conlleva una visión del comercio exterior y del mundo que nos retrotrae a los “exitosos” negocios realizados con Angola.

Toda estrategia es un camino para el logro de un fin previamente definido, donde la estrategia se convierte en un conjunto de acciones para la obtención de esa meta. Hoy nos preguntamos a que FIN o META responde la estrategia de “abandonar las negociaciones” en curso junto a nuestros socios, las que apuntaban a llegar a nuevos mercados e incrementar el comercio en condiciones diferenciadas. Además, se incorpora a la “incertidumbre” como uno de los fundamentos de la decisión, y, por el contrario, creemos que un acuerdo favorable generaría mayor previsibilidad y mejores opciones de salida a futuro.

Ningún dirigente ha identificado el objetivo que será alcanzado con esta estrategia adoptada. Nos hace pensar que estamos frente a una nueva improvisación que responde a reacciones políticas y no a la defensa de los intereses de todos los argentinos. Las expresiones públicas van desde la crítica al anterior gobierno hasta el proteccionismo a ultranza que favorece los intereses de algunos que tienen cierta reticencia a competir con sus productos. Estamos protegiendo a los humildes o a grupos que siempre abogan por el cierre de la economía.

Nuestra historia de política exterior muchas veces ha sido pendular y en esto cabe decir que hasta el péndulo es más predecible: se sabe a dónde va, tiene límites identificables y un comportamiento planificado. El volantazo es peligroso ya que responde a una reacción, muchas veces inmanejable y nos puede llevar a la banquina.

La justificación de la estrategia implementada, y sin haberse explicado el fin que ésta persigue, se fundamentaría en que los potenciales acuerdos del bloque pueden generar pérdida de empleos y que son contrarios a la reconstrucción del sistema productivo argentino. Inexplicablemente, se pone sobre la mesa que la Argentina evaluará los acuerdos cuando se terminen sus procesos de negociación para determinar si son convenientes. Una suerte de decir: muchachos sigan adelante que yo veo si me sumo después. Como si integrar la mesa de negociaciones de un potencial acuerdo no fuera la mejor forma de defender nuestros intereses. Excepto que la idea sea no volver a sentarse o refundar el Mercosur; quién sabe hacia dónde.

Surgen varias preguntas;

¿Pueden avanzar las negociaciones del Mercosur a pesar de la cláusula Nro 32/00, que obliga a negociar en conjunto? o hemos adoptado esta estrategia para bloquear futuros acuerdos del bloque?

¿Realmente creemos que la recuperación y la creación de nuevos empleos para salir de las reiteradas crisis que vive nuestro país requiere cerrar más la economía? Nuestros socios del Mercosur creen lo contrario.

¿Qué sectores han sido previamente consultados para analizar en forma integral los resultados que esperamos de esta estrategia política? Da la sensación de que esta medida sorprendió a muchos y puede estar viciada de visiones parciales o influenciada por la ideología.

Nuestro país tiene derecho a no sumarse a políticas y acuerdos que afectan sus intereses, no obstante, al integrar un organismo común con otros países, creemos que es necesario producir alertas en los niveles que correspondan y adoptar estrategias acordadas. Los portazos y los volantazos tienen costos, aún con los amigos, más cuando sostenemos que evaluaremos una futura suscripción a lo que actuarán otros. Creemos que las salidas como éstas, parciales o totales deben ser evaluadas y siempre negociadas.

Me pregunto si este último razonamiento tiene sentido, ya que tal vez mi planteo esté equivocado y la finalidad del volantazo / portazo responda a que no nos sentimos políticamente confortables con los liderazgos de nuestros socios y extrañamos el Mercosur de Lula, Chavez y Evo.

Sería importante que el gobierno identifique los supuestos perjuicios de avanzar con los acuerdos y se siente con esos sectores potencialmente perjudicados para evaluar y definir una política que defienda los intereses de todos. ¿Sabemos cuáles son las concesiones reciprocas que contienen los potenciales acuerdos y que tanto nos perjudican?

Si la salida de la crisis económica, incrementada por la pandemia, requiere de una fuerte política exportadora, deberíamos estar pensando a quien le vamos a vender a futuro; el mundo nos llevará la ventaja de haber pensado, de haber planificado y acordado antes, mientras nosotros seguimos discutiendo por las redes sociales entre nosotros. Las estrategias de integración y cooperación llevan tiempo y requieren de una construcción previa de confianza.

Cabe preguntarnos también cómo reaccionarán nuestros actuales socios; fundamentalmente nuestro socio estratégico Brasil, receptor principal de nuestra producción.

No tenemos una política exterior clara en esta materia y sería importante no escudarnos en la incertidumbre que produce el COVID-19. Nos falta una visión y estrategias bien definidas para integrarnos al mundo de hoy y al que viene de una manera inteligente.

Esperemos no estar frente a una decisión terminal y basada en la ideología de algunos que ven a nuestros socios del Mercosur como adversarios y que se sienten más cómodos con los socios de la ideologizada UNASUR. Creemos que aún hay tiempo de revisar la estrategia adoptada y no seguir dando portazos. El presidente planteo que de las crisis salimos juntos y entre todos; esta decisión no pareciera circunscribirse a esa convocatoria.

 

Marcelo Rozas Garay

Licenciado en Estrategia y Organización.