La guerra es un hecho político (Invasión a Ucrania) – Coronel (Ret) Marcelo Rozas Garay

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La guerra es un hecho político generalmente fundado en la consecución de un interés nacional o de un interés que se asume como vulnerado y en donde el poder militar es sólo uno de los componentes a los que se recurre para la obtención del objetivo político que se persigue.

El poder militar es una herramienta enmarcada en un fenómeno mayor: la guerra que es de naturaleza cambiante y en donde las operaciones militares se suman a un conjunto de acciones diplomáticas, económicas, políticas, de inteligencia, ciberataques, entre otras, que devienen de la potencialidad, la estrategia que se decide adoptar y de la situación de cada contendiente.

Como fenómeno permanente en la historia de la humanidad, el uso de la fuerza ha sido aceptado o tolerado para dirimir disputas más allá de las sanciones que aplica la comunidad internacional, y los estados hacen uso de la fuerza para defender sus intereses nacionales o cuando está en peligro la seguridad internacional. Muchas veces clasificamos en guerras justas o injustas o identificamos agresores y agredidos, como si esta clasificación lograra restringir su uso.

Creemos que es un error estratégico concebir a la guerra como un hecho militar exclusivo ya que nos estaría impidiendo descifrar cual es el verdadero objetivo y el alcance de lo que persiguen los contendientes, debido a que el objetivo militar puede ser solo una etapa inicial, un objetivo parcial o bien una acción de distracción de los verdaderos fines de una guerra.

Karl Von Clausewitz, al describir estos fenómenos, sostenía que “La guerra es la continuación de la política por otros medios.” y que “No se inicia una guerra, o racionalmente no debería hacerse, sin preguntarse qué se pretende obtener mediante dicha confrontación y durante la misma”. De allí que siempre hay un fin político y la acción militar es parte él.

Hoy nos cuesta definir cuándo Rusia inició esta guerra; aunque si sabemos cuándo lanzó la campaña militar invadiendo Ucrania, en la que vulnera su libertad, su soberanía, su integración territorial y con acciones que deberán ser consideradas como crimen de guerra al atacar civiles. Es una guerra que no ha permitido aún a los analistas internacionales identificar su objetivo político verdadero y en donde Putin llama al ejército ucraniano, su oponente, a tomar el poder.

En un análisis propio y a partir del seguimiento del conflicto y de información pública, podemos inferir que Putin, no Rusia, persigue alguno o todos de los siguientes objetivos políticos:

§ Una primera campaña como parte de una guerra contra las democracias instaladas en los países de la ex unión soviética, que le permite medir la tolerancia y la reacción del mundo occidental para luego poder avanzar o retardar el logro de su objetivo.

§ Recuperar prestigio en países de la exURSS, disciplinando a UCRANIA para instalar un gobierno pro ruso. Esto le permitiría dejar un legado histórico propio a Rusia, de parte de quien aún sufre la desintegración de la exURSS y el desprestigio que le significó el poder perdido.

§ Detener el crecimiento de la OTAN hacia el Este, que es percibido como una amenaza a la seguridad rusa al sentirse rodeado en su propia puerta por la OTAN.

§ Anexar UCRANIA o parte de su territorio separatista, siendo este el menos probable debido al costo económico y militar que representaría, convirtiéndolo en un nuevo Afganistán. Este escenario derivaría en una probable escalada hacia una guerra mayor o regional.

Respecto de las operaciones militares, me encuentro en el grupo de los que subestimaron a Putin y asumí que nos enfrentábamos a una acción militar menor, como parte de una acción disuasoria a occidente que le permitiera sentarse a negociar sus objetivos y evitar una campaña militar de la magnitud de la actual. Los hechos parecieran no darme la razón ya sea por el desconocimiento de sus verdaderos objetivos políticos o bien porque Rusia al fracasar en su estrategia hibrida, debió recurrir a una campaña militar de mayor envergadura.

Muchos sostienen que Rusia lleva adelante un tipo de guerra denominada “Hibrida”, en la que apeló inicialmente a acciones políticas, económicos, civiles y de información, incluyendo luego una etapa final militar. Quien conduce este tipo de guerra, busca crear un escenario que afecte la voluntad de luchar, lo que representa un esfuerzo militar y costo menor para el atacante. Se emplea la propaganda, la desinformación, fake news, ciberespionaje, sabotaje y terrorismo.

De haberse buscado crear tal escenario, es deducible pensar que estamos frente al fracaso ruso de esta estrategia ya que el objetivo en estas guerras es evitar campañas militares, prolongarlas o escalar el conflicto a otros actores, y esto tampoco parece no estar sucediendo.

Probablemente, la lentitud para lograrlo lo obligó a incrementar ante un enemigo ucraniano que no fue doblegado en su voluntad de luchar y resistir. A este análisis, le sumamos la posibilidad de que el fantasma de un posible fracaso militar ruso que pudiera dañar su orgullo, lo haya llevado a dar mayor alcance la operación y buscar una victoria militar contundente.

Todo pareciera indicar que la comunidad internacional no está dispuesta a tolerar la invasión rusa pero tampoco a embarcarse en una guerra global como muchos auguran, Ha demostrado poca voluntad política de enviar tropas propias al territorio ucraniano considerando ya que una escalada los llevaría a asumir grandes costos en vidas humanas y el riesgo de una locura nuclear.

En el análisis de la probable evolución de la guerra, más allá de la invasión militar, debemos considerar que Putin ya conocía el costo económico y político que afrontaría y decidió igualmente la invasión, lo que muestra su determinación por lograr su objetivo político.

No debemos descartar que aún una victoria militar sobre las fuerzas armadas ucranianas no le garantice cumplir con sus objetivos. La voluntad de lucha de un pueblo y la adopción de métodos de combate no tradicionales juegan un rol vital y pueden revertir lo que se percibe hoy como un éxito militar inicial ruso y generarle un costo tal y no previsto al agresor que lo obligue a negociar, en donde su mayor problema será buscar una salida decorosa del conflicto que inició.

No estamos ni frente al fin de la historia ni frente al fin de las guerras, las que podrán mutar en sus formas, pero continuarán siendo un mecanismo para defender intereses, soberanía, integridad territorial y la vida y bienes de los ciudadanos que habitan una nación. No obstante, la agresión a naciones libres debe ser condenada y tener una respuesta potente que las detenga.

Consideramos a la democracia como un valor fundamental a defender y observamos que tanto Rusia y China no ven en el respeto a ese, nuestro sistema, un condicionante para el logro de sus objetivos políticos. Tal vez enfrentamos una etapa de multipolaridad con valores diferenciados y donde la libertad quizás ha dejado de ser un valor universal para cierta región del mundo.

Al analizar a Putin y sus socios, no perdamos de vista que Sun Tzu nos decía que “todo arte de la guerra se basa en el engaño” y en apoyo a esos ucranianos civiles y de uniforme que luchan con coraje para defender aquello que les es propio, una frase del mismo maestro que nos dice “debemos fingir debilidad para que el enemigo se pierda en su arrogancia”.

Coronel (Ret) Marcelo Rozas Garay

febrero 2.022