LA IMPORTACIÓN EN EL BICENTENARIO DE LA PATRIA
LA IMPORTACIÓN EN EL BICENTENARIO DE LA PATRIA
Ing. Diego Pérez Santisteban
El Bicentenario de nuestra República nos brinda a todos los argentinos la posibilidad del festejo, y nos permite además intentar un análisis retrospectivo y un balance de la actividad en la que nos desempeñamos, en su aporte al desarrollo de nuestro país y de sus habitantes.
En materia económica y comercial, Argentina ha atravesado en estos 200 años situaciones y contextos tan variados como bruscamente cambiantes. En nuestro país hubo períodos en los que se adoptaron modelos liberales, en otros fueron dirigistas, en otros mixtos o intermedios, con mayor o menor intervención estatal; hubo ensayos de apertura económica, de sustitución de importaciones con fuerte proteccionismo, de comercio administrado; hubo regímenes operativos más burocráticos que contrastaron con otros de mayor simplificación y automaticidad. Estuvimos entre los 10 países más importantes del mundo, y también en puestos más allá de los 50 o 60 primeros. Conocimos así tanto etapas de amplia facilitación de comercio, como otras caracterizadas por políticas de limitación diversas. En lo referente a nuestra actividad importadora, los períodos en los que hubo distintos tipos de dificultades para importar han superado generalmente a aquellos en los que existieron facilidades, y, lejos de desalentarnos los momentos difíciles han sido el acicate para continuar insistiendo en la validez de seguir insistiendo en que las importaciones deben ocupar su verdadero espacio, a favor del desarrollo del país y de la mejor calidad de vida de sus habitantes, sin caer en ingenuidades ni permitir jamás deslealtades manifiestas al comercio justo, pero también sin utilizarlas como variable de ajuste para establecer reservas de mercado limitando la competencia y el crecimiento de la eficiencia y la productividad global.
A nuestra sociedad, y a sus dirigentes, les ha sido siempre muy complejo comprender el verdadero rol y sentido que tienen las importaciones en su tarea de potenciar un crecimiento sostenido y armónico de nuestra sociedad. Esa suerte de cultura arraigada tras muchos años de desencuentros, de logros pasajeros o limitados, de grandes decepciones y fracasos, ha puesto más el acento en protegerse de las importaciones que en apreciar y aprovechar la fenomenal posibilidad de poner la tecnología y los adelantos del mundo a disposición de nuestros productores y nuestros consumidores. Hacer entender correctamente la función primordial que las importaciones tienen en el desarrollo de nuestra economía es un desafío que se mantiene vigente.
En este marco de cambios y de extraordinaria evolución tecnológica, existen algunos elementos que nos conviene destacar, para intentar comprender el aporte que la actividad importadora ha brindado al progreso económico y social de la Nación
Un primer aspecto, de gran trascendencia, radica en analizar la evolución que han tenido en el país los indicadores que cuantifican el volumen de importaciones ingresadas anualmente, y los del crecimiento del Producto Bruto Interno. Así, puede constatarse que ambos indicadores han evolucionado históricamente de manera congruente en el tiempo, lo que demuestra la directa correlación que siempre ha existido entre la evolución del PBI y la de las importaciones, al orientarse éstas mayoritariamente a apuntalar la producción y la infraestructura de servicios locales, participando de esa manera muy activamente en el desarrollo del país. Cuando el país creció, siempre crecieron las importaciones, y viceversa.
Un segundo aspecto, vinculado al anterior, es el relacionado con el análisis cualitativo de esas importaciones. A pesar que en el imaginario social pueda pensarse que las importaciones han ocupado principalmente el segmento de los bienes de consumo, resulta esclarecedor verificar en las estadísticas oficiales que el correlato entre aquello que se ha importado y el desarrollo productivo del país es notorio y siempre mayoritario. Más allá de cuáles hayan sido los modelos económicos imperantes en las distintas etapas vividas, la mayor proporción de las importaciones han sido históricamente bienes de capital, partes y piezas, materias primas e insumas semielaborados para la industria, el agro, y la infraestructura de servicios.
El tercer aspecto a destacar, es el relacionado con el rol que le ha correspondido a la actividad importadora en la Argentina frente a la creación y la innovación del mundo. Puede decirse, sin riesgo a exagerar, que la inmensa mayoría de los bienes producidos en nuestro país en estos 200 años de vida como Nación fueron inicialmente importados. La importación ha sido el puente que trajo nuevos productos al país, desarrolló mercados para ellos e inspiró a muchos emprendedores argentinos a sustituir luego esas importaciones y producirlos localmente. La importación ha facilitado la llegada de tecnología productiva al país, mediante muchísimas inversiones de capital en la economía real, que hoy constituyen más del 80% del parque industrial instalado en Argentina. Así, la importación ha generado y seguirá generando millones de empleos directos e indirectos, los que a partir de muchos productos importados producen día a día los bienes que consumimos y los que exportamos.
Por todo esto siempre hemos afirmado, categóricamente, que importar realmente importa.
Desde hace más de 103 años, algo más de la mitad de los que cumple el País, la CIRA brinda un espacio de participación activa a las empresas y profesionales que operan en el mercado internacional, con el objetivo de propender al mejoramiento de sus actividades de comercio exterior, desde su posición de entidad gremial empresaria que representa los intereses del sector importador en el país, gestionando reclamos y peticiones ante los poderes públicos, y asistiendo profesional y técnicamente a las empresas para el mejor desarrollo de sus negocios desde el exterior. Las particularidades de una organización que representa tan definidamente los intereses del sector importador resulta ser de una extrema singularidad en el mundo. Los grandes y abruptos vaivenes de política económica que hemos vivido, y una cultura ambigua que oscila entre el rechazo discursivo y el reconocimiento profundo de la calidad y valor funcional de los bienes importados, han sido los ejes que le han dado pleno sentido, valor y vigencia a nuestra Entidad. Con el correr de los años, la ClRA ha sabido fortalecer esa representatividad en base a un dedicado trabajo especializado al servlclo de una actividad tan valiosa como necesaria, manteniendo activas y respetuosas relaciones con los demás actores empresariales del país.
Muchos fueron los años que han transcurrido desde aquel momento fundacional, muchas las gestiones desarrolladas, muchos los funcionarios oficiales contactados, muchos los esfuerzos empeñados, pero a grandes rasgos podemos decir que las causas que generaron hace algo más de un siglo la creación de la entidad persisten inalterables, lo que no hace más que destacar la extraordinaria visión de los hombres que la fundaron, la fortalecieron y la mantuvieron en el tiempo. No estaría completo el cuadro sin referirnos al desarrollo concreto de nuestra actividad gremial y al empuje vocacional de los muchos dirigentes empresarios que la transitaron, que ha sido uno de los pilares en el desarrollo institucional de nuestra organización. Hombres de empresa con ideales superadores que han dedicado sus tiempos, sus recursos y sus esfuerzos para el logro de objetivos sociales que hacen además al bien común, con un altruismo indispensable para que entidades como la nuestra puedan no sólo festejar tantos años de vida, sino hacerlo con valores y logros que nos enorgullecen. Reconocimiento que debe extenderse a los funcionarios, personal y asesores que han dado lo mejor de sí para que esos objetivos fueran alcanzados.
Como versaba el libro editado cuando la ClRA cumpliera sus primeros 50 años, el hombre es su obra y el homenaje debe dirigirse a la obra y no al hombre. Pero es igualmente cierto que no hay obra sin hombres que la concreten. En un contexto en que el gremialismo empresario, así como toda otra actividad de participación ciudadana que persigue un bien común, ha atravesado muchas veces crisis de valores, y serias limitaciones y complejidades, posicionar a esta actividad dentro del campo nacional, con un alto contenido de responsabilidad, compromiso social y una profunda convicción, constituye una realidad que merece reconocerse y destacarse.
El futuro trae muchos desafíos, pero también oportunidades. Las tendrá con seguridad la Argentina, capitalizando las experiencias vividas y buscando su mejor lugar en el mundo, para beneficio de todos los que habiten nuestro suelo. De igual forma, la ClRA seguirá asumiendo su responsabilidad y continuará asistiendo al Sector Importador con las mejores herramientas disponibles, para promover un entorno cada vez más propicio para el desarrollo de negocios con el mundo, impulsando esa mayor integración que necesita imprescindiblemente nuestro país, para proyectar definitivamente el futuro de grandeza que tantas generaciones han luchado duramente para hacerlo realidad.
Diego Pérez Santisteban
Presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina
Mayo 2010