LICENCIAS DE IMPORTACIÓN NO AUTOMÁTICAS: LAS ACLARACIONES IMPRESCINDIBLES
por Ing. Carlos R. Restaino
A más de cuatro años de vigencia del mecanismo de Licencias de Importación no Automáticas (LINA) , los comentarios de expertos, entidades privadas u organismos oficiales deberían ser mas ajustados a la realidad, para evitar crear escenarios o conclusiones algo confusos.
Por ejemplo: señalar meramente que se afecta al 10 o 12 % de las importaciones, no deja en claro que ese porcentaje involucra a sectores casi completos, o a otros en los que las empresas han sido severamente impactadas negativamente y con escasas posibilidades de recuperación, o bien que se aplica ese instrumento a algunos componentes, partes o piezas que afectan a operaciones industriales locales.
Continuar debatiendo el caso de mercaderías originarias de China, la posibilidad o imposibilidad de sustitución de algunos productos de ese origen, si es imprescindible protegerse contra una “invasión” de excedentes internacionales, si el plazo de gestión de las LINA excede o no los sesenta días, u otras cuestiones de similar esencia ya instaladas en el escenario local, no esta permitiendo avanzar sobre el actual proceso metodológico.
De las definiciones abarcativas, tampoco se derivan temas como el de la carga de costos incrementales empresariales no previstos, su eventual traslado a los precios, el impacto de dicho traslado a la categoría de producto que lo obliga a competir en segmentos diferentes de aquellos para los que fue proyectado, la excesiva complejidad de los tramites, las relativas deficiencias de los mecanismos de comunicación, la imprevista necesidad de utilización de depósitos fiscales, las consecuencias de los incumplimientos comprometidos de entrega de productos al mercado, el riesgo de puestos de trabajo efectivos o contratados, la desviación de inversiones directas, y varios otros conceptos de efectos comparables.
Por otra parte, la “judicialización” o inevitable decisión de encontrar soluciones en el marco jurídico- legal, no condice con la esencia del comercio exterior, en ningún nivel, ámbito o región en el que el mismo se desarrolla. Es casi descabellado imaginar que las empresas deban contar con la opinión previa de sus abogados para planificar, negociar y concretar sus proyectos de negocios.
Junto a estas imprescindibles aclaraciones, se debe considerar entonces, la conveniencia de superar lo que ya es lugar común, para ingresar a un escenario de propuestas pro-activas y constructivas, partiendo de la base de que “este y no otro”, es el camino que los operadores de comercio exterior deben transitar. En consecuencia, debería asumirse que los factores no variarán sustancialmente en el corto plazo, por lo que las LINA, se acepte o no que actúan como herramientas de protección, llegaron “para quedarse”.
Desde el punto de vista privado, debe interpretarse que no se trata de “claudicar”, sino de armonizar los intereses empresarios con las metas o políticas oficiales, de manera de poder dar continuidad a los negocios, severamente afectados por las dificultades para cumplir con las normas vigentes, lo que ya ha provocado “grietas” en lo que debería ser un sólido ambiente o clima de negocios.
Desde el sector oficial, se debería admitir que un mecanismo de control como es el de las LINA, administrado de forma tal que genera inconvenientes operativos de magnitud a todas las empresas, impidiéndoles planificar las cuestiones básicas de su trabajo, no solo genera disturbios en los negocios sino que provocan tal nivel de inseguridad que los afectados pueden llegar a decisiones totalmente ajenas a la temática empresarial.
Debería resultar absolutamente innecesario afirmar que dos condiciones básicas exigibles en el Comercio Exterior resultan ser la Previsibilidad y Credibilidad operativa, amabas afectadas por la administración actual de las LINA. Es francamente complejo operar con el exterior en plazos totales inferiores a los 4- 6 meses, y el sistema actual implica que las confirmaciones son recibidas en algunos casos, con 15 o 20 días de antelación a los embarques. A su vez, los compromisos de entrega a clientes locales deben ser asumidos con un mínimo de 3 meses de anticipación, lo que crea un ¨corset¨ operativo que cada vez se ajusta mas sobre las empresas
Todas estas cuestiones deben analizarse con la gravedad y profundidad que caracterizan la actual situación, y adoptar sin demoras medidas correctivas apropiadas, a menos que se considere que las repercusiones de esta medidas solo son “ cuestiones puntuales” que pasan “desapercibidas” en el plano internacional en que se desarrollan los negocios.
Desde ya, la judicialización del comercio exterior, a modo de ejemplo, no es de manera alguna el camino a transitar, por las severas implicancias que conllevan a escenarios diferentes y desconocidos para los operadores.
Por ello, en este contexto, la experiencia acumulada en estos años por los sectores oficiales y privados, debería permitir diseñar herramientas que aplicadas correctamente, habilitarían al cumplimiento de las metas oficiales, sin afectar tan directa y profundamente a todas las empresas operadoras.
A tal fin, deberían definirse conjuntamente nuevos ejes o planos de análisis y discusión conjunta de carácter sectorial, para lo cual el rol de las Cámaras Sectoriales es absolutamente imprescindible (hasta ahora poco utilizado), y deberían actuar con transparencia y responsabilidad, para contribuir con un efectivo “inteligente” Valor Agregado a las tareas del sector oficial.
Algunos de estos ejes, podrían ser:
– Análisis sectorial estadístico de operaciones, operadores y volúmenes importados por posición arancelaria.
– Identificación de operadores “recurrentes”, y aquellos “esporádicos” y el análisis de antecedentes históricos de cada uno.
– Características de los operadores, para elaborar una adecuada segmentación entre operadores “puros”, complementarios u ocasionales.
– Estudio actualizado de los mercados de productos denominados “sensibles” (definición que cada vez más parece anticuada y fuera de época)
– Identificación de capacidades reales de los sectores industriales locales junto con los impactos “ajustados” de las importaciones de los operadores identificados.
– Investigación de las posibilidades reales de transferencia, sustitución, ampliación o complementación de líneas, creación de nuevos segmentos de mercado, etc., con el desarrollo de productos de fabricación local, parcial o total.
– Diseño de procedimientos que reconozcan las diferentes características de operadores y mercados, y actúen como base o sustento para un adecuado y diferenciado alineamiento o segmentación.
– Revisión de los procedimientos y condiciones , para ajustarlos a las necesidades operativas
– Revisión de las herramientas de comunicación y orientación, entre operadores y representantes oficiales.
El desafío es, entonces, trabajar en conjunto para identificar esos nuevos planos o ejes para el análisis, que permitirán arribar a conclusiones prácticas de implementación relativamente sencilla y con resultados quizás más satisfactorios que los alcanzados hasta la fecha.
De no ser así, no quedara más remedio que revisar las estructuras empresarias (y los programas universitarios), para generar una presencia legal mucho más activa desde el mismo inicio de los proyectos de negocios, lo que constituiría sin dudas, la creación local de un nuevo paradigma del Comercio Internacional.
Ing. Carlos R. Restaino
crestaino@fibertel.com.ar
Octubre 2009