OMC – DDA Paugam, Debe movilizarse la política comercial para promover una economía oceánica sostenible
La política comercial y la OMC son elementos importantes de los esfuerzos internacionales encaminados a lograr una economía oceánica sostenible y deben aprovecharse en mayor medida para proteger los ecosistemas marinos, declaró el 7 de septiembre el Director General Adjunto Jean Marie Paugam en su intervención en la clausura del Congreso Mundial de la Naturaleza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), celebrado en Marsella (Francia).
Excelencias, Señoras y Señores,
Les agradezco que me hayan invitado a hablar en nombre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre el papel del comercio internacional en la promoción de una economía oceánica sostenible.
No les sorprenderá si les digo que hay una relación consustancial entre el mar y el comercio internacional -hoy en día, el transporte marítimo sigue representando entre el 80 y el 90% de la circulación internacional de mercancías-, pero quizá les interese descubrir que también hay una relación muy estrecha entre el sistema de comercio internacional que representa la OMC y el desafío de la preservación de los océanos.
Se trata de una relación histórica, en primer lugar. La iniciativa de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y la del GATT -antecesor de la OMC- se negociaron en paralelo y finalizaron casi a la vez: el GATT en 1947, la UICN en 1948.
Ambas negociaciones se influyeron mutuamente, ya que cuando se tuvieron en cuenta las cuestiones ambientales en el marco del GATT se hizo en forma de una excepción a las normas del comercio internacional: dicho de otro modo, en nombre del medio ambiente y sobre la base de la buena fe, los Miembros tienen derecho a establecer limitaciones a la circulación de mercancías y servicios. Esto quiere decir que, desde sus comienzos, el sistema de comercio reconoció que el medio ambiente tiene un valor superior al del comercio. Ahora bien, se da la circunstancia de que el término «medio ambiente» no existía en esa época, o en todo caso no en el sentido actual, y esa excepción ambiental se formuló en los términos exactos que fundaron la UICN, a saber, la «conservación de los recursos naturales». Por consiguiente, me atrevería a decir que quien inspiró en gran medida la excepción ambiental del GATT fue la UICN.
Es más, y vuelvo a la cuestión del océano: ¿qué venía a la mente cuando se hablaba en esa época de la conservación de los recursos naturales? Precisamente, en primer lugar se pensaba en la protección del mar o, más exactamente, si cito los términos exactos de la Carta de La Habana (antecesora del GATT), las «medidas adoptadas en cumplimiento de convenios intergubernamentales cuyo único objeto sea la conservación de los recursos pesqueros, la protección de las aves migratorias y de los animales salvajes». Antes, en 1946, hubo un convenio sobre el tamaño de las redes de pesca y la talla mínima de las capturas y otro sobre la pesca de la ballena.
Por tanto, lo que los negociadores del GATT tenían en mente era precisamente esos primeros convenios internacionales sobre el medio ambiente, que se referían a la protección de los recursos pesqueros.
Tras estos apuntes de carácter histórico, ¿dónde nos encontramos hoy en día? ¡Prácticamente en el mismo punto! La protección de los océanos sigue siendo la principal preocupación ambiental de la OMC. Sin embargo, desde entonces ha habido un avance fundamental: la Organización ya no considera que esta cuestión se limite a justificar una excepción a las reglas comerciales, sino que además desea desempeñar un papel activo en la preservación de los océanos.
¿Cómo puede contribuir? De eso precisamente les quería hablar.
Nuestros Miembros han identificado tres grandes temas que afectan directamente a la explotación sostenible de los océanos. Empezaré abordando el tema en el que se han registrado más avances, ya que no todos están al mismo nivel.
El primero, el más importante, es el de las negociaciones relativas a la reforma de las subvenciones a la pesca. Hace veinte años que se pusieron en marcha. En 2015 se vincularon a uno de los objetivos de desarrollo sostenible, el ODS 14.6, establecido por los Jefes de Estado, que encomendaron a la OMC la tarea de alcanzar un acuerdo. La conclusión de esa negociación, que actualmente se encuentra en su etapa final, representa la primera prioridad de la Organización, y estamos a la espera del acuerdo al que se llegue de aquí a finales de año, antes de nuestra reunión ministerial del próximo mes de noviembre. Dicho acuerdo tendrá por objeto prohibir las subvenciones a las embarcaciones que practican la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada y reformar las subvenciones que contribuyen a la sobrepesca y al exceso de capacidad, teniendo en cuenta al mismo tiempo las necesidades particulares de los países en desarrollo, conforme a lo que se conoce como trato especial y diferenciado.
Se trata de un desafío ambiental, humano y económico de primer orden.
Ambiental, porque el océano representa el 70% de la superficie del planeta, y la FAO estima que el 33% de las capturas constituyen sobrepesca, que contribuye a la desaparición de las poblaciones de peces. Un original estudio realizado por Francia, el proyecto Ocean Sentinel, en el que se utilizaron albatros para detectar las embarcaciones que podrían estar practicando la pesca ilegal, demostró que casi un tercio de las embarcaciones desconectaban sus balizas en la zona objeto de estudio, un porcentaje muy elevado.
Humano, porque cerca de 3.000 millones de personas viven en las proximidades de la costa y el pescado es extremadamente importante para la alimentación.
Económico, porque en todo el mundo son cerca de 350 millones los empleos ligados a las capturas marinas, y el 90% de los pescadores viven en países en desarrollo.
Por consiguiente, reformar esas subvenciones perjudiciales contribuirá a mejorar la situación en esos tres frentes, sin contar con la posibilidad de reasignar esos fondos públicos a apoyar actividades sostenibles en la economía azul.
Ahora bien, solo la OMC puede lograr ese resultado. ¿Por qué? Porque tiene carácter global. Los peces no respetan las fronteras, por lo que no serviría de mucho reformar las subvenciones en una parte del mundo, si dejamos que la otra parte practique la sobrepesca. Si tuviese que transmitir un solo mensaje en este Congreso de la UICN, pediría el apoyo de todos y cada uno de ustedes para alentar a los Gobiernos que participan en esas negociaciones a alcanzar un resultado ambicioso.
El segundo tema se refiere a la salud de los océanos y por el momento está empezando a plantearse. Se trata de la lucha contra la contaminación producida por los plásticos.
Hace mucho que numerosas organizaciones internacionales identificaron este asunto, entre ellas el PNUMA o el Convenio de Basilea. Ya conocen ustedes la gravedad de la situación, se habla del «séptimo continente». En este Congreso de la UICN he visto varios puestos en los que se aborda esta cuestión, y he visto estimaciones aterradoras, como la de que el peso de los residuos plásticos producidos cada año equivale al de toda la humanidad, o que representa el volumen de un camión de la basura arrojado al mar cada minuto.
Desde hace dos o tres años, se está tomando conciencia de lo que está en juego y del hecho de que el comercio puede desempeñar un papel tanto en la degradación como en la mejora de esta situación. Por iniciativa de China y Fiji, un grupo de Miembros de la OMC puso en marcha una iniciativa para empezar a dialogar sobre esta cuestión. Se trata de una labor de tanteo, no de negociaciones, y por el momento solo participa una parte de Miembros de la OMC.
Sin embargo, ya han puesto de manifiesto el papel de determinadas corrientes comerciales en la contaminación producida por los plásticos, ya se trate del propio comercio de plásticos o del comercio de mercancías que lo incorporan, como los coches, en los que este producto representa el 50%.
Gracias a esa labor empezamos a comprender mejor cómo las políticas comerciales podrían desempeñar un papel para ayudar a abordar el problema: por ejemplo, ayudando a reducir los obstáculos al comercio de mercancías susceptibles de equipar a los sectores que se ocupan de tratar el plástico; o examinando cuestiones relacionadas con la contabilidad de la reglamentación en materia de reciclaje, o, de nuevo en este caso, el problema que representan las subvenciones perjudiciales.
Esta semana también hemos acogido en la OMC una reunión preparatoria para la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, que tendrá lugar a principios de 2022, y que tiene por objeto poner en marcha una negociación mundial sobre la cuestión del plástico. El Sr. Peter Thomson también participó, por cierto. Se trata por tanto de un debate que está cobrando fuerza en el seno de la OMC, y podría dar lugar a nuevas iniciativas que podrían contribuir directamente a mejorar la salud de los océanos.
En cuanto al último apartado, hay una serie de ideas en el seno de la OMC que se podrían movilizar de manera más indirecta en favor de la causa de los océanos. Por ejemplo, hasta 2016 se estuvo negociando sobre la liberalización del comercio de bienes ambientales: la idea consiste en reducir los derechos de aduana y facilitar de ese modo la diseminación de las tecnologías correspondientes. Entre esos bienes cabe identificar numerosos equipos que hacen posible luchar contra la contaminación marina(1). Esta negociación quedó interrumpida, pero son varios los Gobiernos que querrían reactivarla.
Asimismo, hay muchas iniciativas en marcha en otras organizaciones, como la Organización Marítima Internacional (OMI), pero también en el sector privado, para utilizar carburantes más limpios en las embarcaciones y reducir las emisiones de azufre. El Grupo CMA-CGM, que tiene su sede aquí en Marsella, me expuso recientemente todas las iniciativas que ha emprendido en este sentido. Se trata también de esfuerzos que podrían tenerse en cuenta en los debates sobre el medio ambiente en la OMC.
No me extenderé más. Mi mensaje principal es que, de todos los instrumentos de la cooperación internacional, son los instrumentos que ofrece la política comercial los que pueden y deben movilizarse en beneficio de la salud de los océanos. A corto plazo, insisto, eso pasa por el éxito de las negociaciones sobre la pesca que están teniendo lugar en la OMC.”
Notes:
Por ejemplo, balsas inflables de recuperación de hidrocarburos y barreras flotantes de contención de hidrocarburos (barreras flotantes utilizadas para contener las mareas negras); boyas de detección de ballenas (boyas inteligentes que envían señales a las embarcaciones cuando hay ballenas en las proximidades, a fin de evitar colisiones con esos animales); sistemas de tratamiento del agua de lastre de las embarcaciones (con objeto de evitar la propagación de especies invasoras cuando las embarcaciones vacían o limpian sus depósitos de agua de lastre); equipo de saneamiento del agua utilizado para el reciclaje y la gestión de desechos; o tecnología y equipo de limpieza de los océanos.
Fuente: OMC