Patentar nos convierte en exportadores de tecnología
En el programa «Sostiene Granowsky», por canal 23, el funcionario recordó que «el hecho de patentar el descubrimiento genético que aisla un gen en el girasolpermitirá aumentar la productividad en soja, trigo y maíz, lo cual en sí es una novedad para Argentina, porque aparecemos no sólo como productores de granos y porque tenemos tierra, luz, sol y agua, como país rural, sino por tener recursos intelectuales que nos permiten exportar tecnología».
Atribuyó el acontecimiento a «la inversión muy importante que se ha hecho en los últimos ochos años y también a las políticas públicas de darle valor a lo que se produce, concientizar a los investigadores de que tienen que patentar para proteger un bien que pertenece a la sociedad, capacitar a profesionales para que sepan comercializar esto», y redondeó que se trata de «una realidad que no tenía precedente en Argentina».
Subrayó que «es parte del mandato y de la adecuación del sistema tecnológico a este modelo que se ha planteado en el país, en el que justamente el agregado de valor está basado en una tecnología desarrollada localmente».
Consultado si hay una dicotomía entre la creatividad científica y la aplicada a la rentabilidad, respondió que «todos los científicos brillantes tienen la peculiaridad de ser geniales y también de ser los que producen los hallazgos más valiosos; es lo que se ha dado últimamente, y si alguien hace algo original alguna vuelta se le encontrará para que sirva de algo».
Comparó con la física cuántica, que parecía tan fuera del sentido común, y hoy se ven avisos de IBM que muestran que ya es realidad que haya computadoras que superan todo lo imaginado, basadas en estos fenómenos.
Insistió en que «lo que proponemos no es una antinomia entre la ciencia aplicada y la básica, sino que sería ésta última inspirada en el uso. Les decimos a los investigadores que investiguen aquello que sea novedoso, original, pero que estén atentos por si aparece alguna solución comercial».
Pasteur
Puso como ejemplo a Pasteur, y rememoró que cuando la conoció a la entonces candidata a Presidenta y ante
la pregunta sobre lo que había que hacer, «respondí pasteurizar la ciencia argentina, que es volver a esa manera de concebir la ciencia como Pasteur: fundó las bases de la bioquímica y la microbiología, pero solucionó el problema de la pasteurización del vino, curó la rabia, y eso es lo que el ciudadano recuerda y valora porque esos hallazgos tuvieron impacto económico. Y no por ello dejó de hacer la mejor ciencia básica de su época», manifestó.
Aclaró que se está apoyando desde su Ministerio la investigación básica en todas las áreas, «pero hemosmconseguido recursos adicionales para apoyar a aquellos investigadores que encuentran una punta potencialmente valiosa. Cada tanto surge alguno y de contextos muy distintos, como los que han hecho biología molecular del cáncer, y publicado en las mejores revistas, que de repente encuentran una manera para tratamiento oncológico que puede ser útil».
Puso de relieve que son apoyados para que puedan tener datos que les permitan patentar y se los acompaña en la negociación con grandes compañías interesadas en el uso de esa patente.
Parafraseando a Louis Pasteur: «La casualidad sólo favorece a los espíritus preparados», trajo a colación para exhortar a «estar atento y ver dónde salta la perdiz para ahí poner las fichas».
Explicó que en el Ministerio existen como dos niveles: por un lado, tanto Conicet como la Agencia de Promoción Científica financian todas las áreas por igual, «con una distribución bastante ecléctica, pero luego tenemos una focalización sectorial: hay sectores donde aplicamos las nuevas plataformas tecnológicas: la biotecnológicas, la nanotecnológicas y las de tecnología de la información para resolución de problemas en producción de agroalimentos, salud, energía renovable, que son las áreas críticas».
Mencionó que «también tenemos un esquema matricial, al cual le pudimos adjudicar recursos en forma selectiva, con algunos requisitos: queremos que vayan sector público y privado juntos para garantizar que esa idea novedosa realmente llegue a un bien o servicio que a su vez llegue al ciudadano común, y pretendemos que haya resultados a corto y mediano plazo».
Cuando le tocó hablar de los plazos en que pueden fructificar las investigaciones, afirmó que en la industria del software son entre uno y dos años, pero en la vegetal (debido a la propiedad de los cultivos que no permiten hacer experimentos muy rápidos) se tardan años. «De hecho, los estudios de la doctora Raquel Chan empezaron a finales de los 90 y ahora tenemos la posibilidad de tener esta patente, con el descubrimiento del gen que permite incrementar la productividad de los cultivos claves del país».
Invocó la videoconferencia con la Presidenta la semana pasada donde se anunció también un acuerdo entre esa empresa argentina, que es Bioceres, y agrupa a 230 productores, y una compañía americana que se llama Arcadia, para comercializar y hacer aprobar en Estados Unidos y en el resto del mundo estos nuevos desarrollos tecnológicos.
Indicó que «financia tanto el grupo básico de la doctora Chan, que pertenece al Conicet, que por ser accionista del grupo puede garantizar el rédito para la institución e ir monitoreando el uso de la tecnología.
Lo mismo con Bioceres, que tiene un emprendimiento muy importante en el Instituto de Agro y Tecnología de Rosario, el cual se formó con créditos del Ministerio, se montó en terrenos del Conicet y da trabajo a sus investigadores, con lo que la relación viene de mucho tiempo».