Bolivia – Diagnóstico estructural y desafío estratégico 2025. Fragilidad macroeconómica, incertidumbre política e integración regional en revisión – Mgter. Gustavo Fadda

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En un contexto sudamericano marcado por la inestabilidad institucional, la desaceleración económica y la disputa geopolítica entre potencias, Bolivia representa un caso testigo. Su ubicación estratégica, su potencial energético y su rol como nexo bioceánico la convierten en una pieza clave para la integración regional. Pero también en un eslabón vulnerable si no logra estabilizar su frente interno.

Bolivia atraviesa uno de los momentos más complejos desde su transición democrática. A la crisis económica se suma la fragmentación política y una inserción internacional aún inconexa. El contexto no solo exige medidas urgentes; demanda una visión integral de recuperación, estabilidad e integración inteligente al entorno regional.
De la crisis de 2019 al presente: un ciclo de inestabilidad prolongada

Desde la renuncia de Evo Morales en 2019 y la transición institucional posterior, Bolivia ha transitado un ciclo de alta volatilidad política. La elección de Luis Arce en 2020 trajo una aparente estabilización, pero las tensiones internas dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) y la falta de consensos con la oposición han impedido consolidar una agenda de largo plazo. A medida que se acerca el ciclo electoral 2026, la polarización se intensifica y la gobernabilidad se debilita.

Fragmentación política e institucionalidad debilitada.

La fractura entre el presidente Arce y Evo Morales configura un escenario de ingobernabilidad latente. La falta de cohesión en el oficialismo, sumada a una oposición fragmentada, impide la construcción de acuerdos mínimos. La judicialización de la política, la desconfianza ciudadana y la debilidad de los órganos de control agravan la erosión institucional.

Economía al límite: desequilibrios acumulados y señales de alerta.

El modelo boliviano, basado en subsidios generalizados y tipo de cambio fijo, enfrenta límites estructurales. Las reservas internacionales netas han caído a mínimos históricos, mientras que el dólar paralelo se dispara, generando una brecha cambiaria que desincentiva exportaciones y alienta la informalidad.

La inflación interanual alcanzó el 18% en mayo de 2025, el registro más alto desde 1991. El déficit fiscal supera el 7% del PBI y la inversión pública se ha retraído. El Fondo Monetario Internacional advirtió recientemente sobre una “insostenibilidad fiscal estructural”, recomendando una corrección gradual del gasto y una mayor participación del sector privado.

Comercio exterior y geoeconomía: oportunidades bloqueadas.

Bolivia refleja una alta dependencia de materias primas (gas, minerales), con bajo valor agregado y competitividad en declive. La caída de la inversión extranjera, los conflictos logísticos internos y la percepción de inseguridad jurídica ahuyentan capitales clave.

No obstante, el país posee activos estratégicos invaluables: litio, biodiversidad, posicionamiento bioceánico, y capacidad energética. El desafío es transformar recursos en desarrollo inclusivo.

Litio, energía y transición verde: ¿potencial o espejismo?

Bolivia posee una de las mayores reservas de litio del mundo, concentradas en el Salar de Uyuni. Sin embargo, la falta de una política clara de industrialización, la escasa inversión en tecnología y la incertidumbre jurídica han limitado su aprovechamiento.
Mientras países vecinos como Chile y Argentina avanzan en asociaciones público-privadas y exportaciones crecientes, Bolivia aún no logra posicionarse como proveedor confiable en la cadena global de baterías. La transición energética global representa una oportunidad única, pero el tiempo apremia.

Narcotráfico y gobernabilidad: el factor silenciado.

Aunque rara vez se menciona en los análisis económicos, el avance del narcotráfico en Bolivia ha comenzado a erosionar la legitimidad institucional y la seguridad jurídica. La expansión de economías ilícitas, la cooptación de estructuras locales y la presión sobre el sistema judicial representan un riesgo creciente para la gobernabilidad democrática y la reputación internacional del país.

Relaciones internacionales: entre la multipolaridad y la indefinición.

Bolivia mantiene vínculos estratégicos con China, Brasil, Argentina y Rusia, pero su política exterior carece de una hoja de ruta clara. La relación con EE. UU. sigue siendo distante, y la participación en foros multilaterales es intermitente.
La reciente incorporación al BRICS+ abre nuevas posibilidades, pero también exige definiciones sobre el modelo de desarrollo, la inserción comercial y la diplomacia económica. La región observa con atención cómo Bolivia equilibra sus alianzas en un mundo cada vez más fragmentado.

Bolivia y el MERCOSUR: ¿oportunidad histórica o integración inconclusa?

Desde su incorporación como miembro pleno en 2024, Bolivia enfrenta el reto de armonizar su estructura normativa y su política comercial con el bloque. El MERCOSUR ofrece acceso preferencial a mercados, cadenas de valor regionales y cooperación estructural a través del FOCEM.
Sin embargo, la adopción del Arancel Externo Común, la nomenclatura arancelaria y el régimen de origen avanza lentamente. Además, la agenda comercial del bloque se ve tensionada por diferencias internas sobre futuros acuerdos.

Dato clave: Bolivia tiene hasta 2028 para incorporar plenamente el acervo normativo del MERCOSUR, según el Protocolo de Adhesión. Esto incluye el Arancel Externo Común, la Nomenclatura Común y el Régimen de Origen.
Lo estratégico ahora es activar:
• Integración logística bioceánica
• Participación en proyectos de convergencia estructural
• Vinculación real de sectores productivos al espacio regional
• Coordinación en diplomacia comercial y cadenas de valor del litio
Escenarios prospectivos: ¿qué puede pasar después de 2026?
1. Continuidad oficialista sin reformas: riesgo de estancamiento económico y mayor aislamiento internacional
2. Giro opositor con ajuste abrupto: posibilidad de estabilización macro, pero con alto costo social y conflictividad
3. Tercera vía con pacto nacional: escenario ideal, aunque difícil, que combine gobernabilidad, reformas graduales y reinserción internacional

Recomendaciones estratégicas

Bolivia debería priorizar:
• Reforma fiscal progresiva que asegure equilibrios sin ahogar el tejido social
• Rediseño gradual del sistema cambiario para recuperar competitividad
• Agenda de exportación inteligente basada en tecnología, agroindustria y energía limpia
• Recuperación del clima de negocios con señales claras de seguridad jurídica
• Diálogo político institucionalizado que desbloquee decisiones estructurales
• Consolidación efectiva del rol regional, aprovechando el MERCOSUR como trampolín
Un llamado a la acción regional
La estabilización de Bolivia no es solo un asunto doméstico: es un interés estratégico para toda Sudamérica. El MERCOSUR debería asumir un rol más activo en acompañar este proceso mediante:
• Cooperación técnica y financiera
• Apoyo a la institucionalidad democrática
• Integración logística y energética
• Promoción conjunta de cadenas de valor regionales

Bolivia sigue contando con ventajas geoestratégicas, recursos naturales valiosos y talento humano destacado. Pero sin acuerdos internos y visión externa coherente, la oportunidad podría esfumarse. En 2025, la decisión ya no es técnica: es política, estructural y urgente.

No está sola en este desafío. Su recuperación y reinserción inteligente pueden ser también una oportunidad para revitalizar la integración regional y proyectar al MERCOSUR como actor estratégico en un mundo en transición.

Mgter. Gustavo Fadda – Especialista en Comercio Internacional

Glosario estratégico
FOCEM
(Fondo para la Convergencia Estructural del MERCOSUR):
Mecanismo de financiamiento creado en 2005 para reducir asimetrías en el bloque. Financia proyectos de infraestructura, desarrollo productivo e inclusión.
Los aportes son solidarios: los países más grandes aportan más, los más pequeños reciben más. Los recursos son no reembolsables.
BRICS.
(Estado socio):
Desde enero de 2025, Bolivia participa como Estado socio del bloque BRICS. Esto le permite acceder a proyectos, tecnologías y financiamiento del grupo sin ser aún miembro pleno. Representa una plataforma clave para articular alianzas estratégicas en energía, litio y cooperación multilateral.