UNCTAD – La inversión extranjera directa mundial cae por segundo año consecutivo, lo que plantea graves desafíos a los países en desarrollo

Aunque la IED mundial aumentó un 4% en 2024 hasta alcanzar los 1,5 billones de dólares, el incremento es resultado, entre otros factores, de flujos financieros volátiles a través de varias economías europeas, que a menudo sirven como puntos de transferencia para las inversiones.
El informe se publica en vísperas de la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4), donde líderes mundiales abordarán la creciente brecha entre los flujos de capital y las necesidades de desarrollo. Las conclusiones subrayan la urgencia de reestructurar los sistemas de inversión y financiación para impulsar un crecimiento inclusivo y sostenible.
En 2024, la inversión se redujo drásticamente en las economías desarrolladas, especialmente en Europa. En los países en desarrollo, las entradas de capital parecían estables en general, pero esto ocultaba una crisis más profunda. En demasiadas economías, el capital se estanca o ignora por completo los sectores más importantes: infraestructura, energía, tecnología e industrias que impulsan la creación de empleo.
“Demasiadas economías se están quedando atrás no por falta de potencial, sino porque el sistema todavía envía capital donde es más fácil, no donde se necesita”, dijo la Secretaria General de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas, Rebeca Grynspan.
Pero podemos cambiar eso. Si alineamos la inversión pública y privada con los objetivos de desarrollo y generamos confianza en el sistema, los mercados nacionales e internacionales aportarán escala, estabilidad y previsibilidad. Y la volatilidad de hoy puede convertirse en la oportunidad del mañana.
La fragmentación y la volatilidad siguen distorsionando los flujos de inversión
El panorama de inversión en 2024 estuvo marcado por las tensiones geopolíticas, la fragmentación comercial y la intensificación de la competencia en materia de políticas industriales. Estas dinámicas, combinadas con un mayor riesgo financiero e incertidumbre, están redefiniendo el panorama de la inversión global y erosionando la confianza de los inversores a largo plazo.
Las empresas multinacionales priorizaron cada vez más la gestión de riesgos a corto plazo por sobre las estrategias a largo plazo, particularmente en sectores sensibles a la seguridad nacional, la reconfiguración de la cadena de suministro y los cambios en las políticas comerciales.
Resiliencia desigual entre regiones
La disminución se debió principalmente a una caída del 22% en la IED hacia las economías desarrolladas, incluyendo una caída del 58% en Europa. América del Norte se opuso a la tendencia con un aumento del 23%, liderado por Estados Unidos.
En las economías en desarrollo, las tendencias regionales divergieron:
- África experimentó un aumento del 75% en la IED, impulsado por un único gran proyecto en Egipto. Sin contar este, las entradas aumentaron un 12%, impulsadas por la facilitación de la inversión y la reforma regulatoria.
- Asia se mantuvo como el principal receptor mundial de IED, a pesar de una modesta caída del 3%. Los países del Sudeste Asiático registraron un aumento del 10%, alcanzando los 225.000 millones de dólares, el segundo nivel más alto registrado.
- América Latina y el Caribe experimentó una caída del 12% en sus flujos totales, aunque los anuncios de proyectos greenfield aumentaron en mercados clave como Argentina, Brasil y México.
- Oriente Medio mantuvo fuertes entradas de capital, impulsadas por la diversificación económica en la región del Golfo.
Entre las economías estructuralmente vulnerables, los flujos de IED fueron dispares. Las entradas aumentaron en los países menos adelantados (+9%) y los pequeños Estados insulares en desarrollo (+14%), pero disminuyeron un 10% en los países en desarrollo sin litoral . En los tres grupos, la inversión se mantuvo muy concentrada en unos pocos países.