Azevêdo: los Miembros no han podido salvar las diferencias existentes en lo que respecta a la facilitación del comercio
El 31 de julio de 2014, el Director General Roberto Azevêdo informó a los Embajadores ante la OMC de que, pese a las intensas consultas celebradas, “no hemos podido encontrar una solución que nos permita salvar las diferencias” acerca de la adopción del protocolo relativo al Acuerdo sobre Facilitación del Comercio. Instó a los Miembros “a reflexionar largo y tendido sobre las consecuencias de este contratiempo”.
Buenas tardes a todos y gracias por estar aquí a pesar de que se les ha avisado con poca antelación.
Convoqué esta reunión a nivel de Jefes de Delegación pero, dada la situación, pienso que es apropiado convertirla en una reunión informal del CNC antes de pronunciar mi declaración.
Así pues, ahora estamos en una reunión informal del CNC.
Nos quedan sólo unas pocas horas de trabajo antes de que expire el plazo para la adopción del protocolo relativo al Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, así que quiero aprovechar esta oportunidad para informarlos de todo lo que ha ocurrido desde que se suspendió la reunión del Consejo General el viernes por la tarde.
El Embajador Fried, en su calidad de Presidente del Consejo General, está aquí a mi lado. Hemos analizado la situación y confirmado que lo que anunció el viernes sigue siendo válido. Por lo tanto, a menos que ocurra algo antes de esta medianoche, el punto 2 del orden del día se cerrará sin que se adopte ninguna medida aparte de tomar nota, como de costumbre, de las declaraciones pronunciadas. Y, por consiguiente, la reunión del Consejo General se clausurará formalmente sin que se adopte el protocolo.
Naturalmente, es cierto que hasta medianoche todo sigue abierto, pero ahora mismo no hay ninguna solución viable sobre la mesa y nada indica que vaya a haberla.
No vamos a dar la palabra a las delegaciones. Simplemente haré un informe, en aras de la transparencia, para ponerlos a todos al corriente de la situación.
Si alguien tiene una idea que todavía no se haya propuesto o probado, les ruego que informen al Presidente del Consejo General de que tal vez se pueda hacer algo todavía. Pero como les digo, nada indica que este sea el caso.
Permítanme, pues, informarlos de lo que ha ocurrido los últimos días.
Desde el viernes he estado en contacto con distintas delegaciones y con algunas capitales.
Convoqué una reunión de los coordinadores de grupos el martes -y también hoy- para ponerlos al corriente de mis actividades, y les pedí que los informaran a todos ustedes al respecto.
En esos debates se han planteado ideas que podrían ayudarnos a avanzar.
He estado estudiando si hay alguna vía posible para que lleguemos a la convergencia.
Sin embargo, lamento mucho comunicarles que, a pesar de esos esfuerzos, no cuento con los elementos necesarios que me permitan concluir que es posible desbloquear la situación. Estamos más cerca de una solución, mucho más cerca, pero aún no la hemos alcanzado.
A esta hora tardía, con el plazo a punto de expirar, no dispongo de ningún elemento que me permita pensar que podamos llegar satisfactoriamente a un consenso sobre el punto 2 del orden del día de la reunión del Consejo General.
A mi entender, las diferencias que subsisten son insalvables en el tiempo de que disponemos.
Por un lado está la firme convicción, compartida por muchos, de que las decisiones que alcanzaron los Ministros en Bali no se pueden modificar ni enmendar de ninguna manera, y que esas decisiones han de respetarse plenamente.
Y por otro lado están los que consideran que esas decisiones no resuelven preocupaciones que hay que abordar de una manera que, a juicio de otros, altera el equilibrio de lo acordado en Bali.
Esas son las dos posiciones.
No hemos podido encontrar una solución que nos permita salvar las diferencias.
Hemos hecho todo lo posible, pero no lo hemos logrado.
El hecho de que no hayamos llegado a una conclusión significa que entramos en una nueva fase de nuestra labor, una fase que me parece llena de incertidumbre.
Desde Bali les he estado informando de la alentadora participación que he visto en las negociaciones. Ha habido un espíritu constructivo y positivo. Los Miembros se han mostrado flexibles, abiertos y dispuestos a tratar las cuestiones sustantivas de una manera que hacía muchos años que no veíamos.
Juntos hemos estado trabajando para realizar progresos en todas las esferas de nuestra labor: para aplicar las decisiones de Bali y llevar adelante el programa posterior a Bali. Sabíamos que sería difícil lograr la convergencia, pero trabajábamos arduamente para alcanzarla.
Pero, al tiempo que les comunicaba esas noticias, también les decía que si no lográbamos cumplir el plazo del 31 de julio para la adopción del protocolo relativo al Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, probablemente habría consecuencias en todas las esferas de nuestra labor.
En varias ocasiones les dije que no pensaba que esto fuera a ser simplemente otra cuestión de procedimiento sin importancia.
Mi impresión, a la luz de lo que les he oído decir, es que no se trata de una demora más que pueda sencillamente ignorarse o resolverse con un nuevo calendario; esto tendrá consecuencias. Y me parece, por lo que he escuchado en mis conversaciones con ustedes, que las consecuencias probablemente serán considerables.
Pero naturalmente, no soy yo quien va a decidir cuáles serán las consecuencias.
Serán ustedes. Lo que esto signifique para la OMC dependerá de los Miembros.
A partir de los próximos días, con las vacaciones de verano, vamos a tener un paréntesis natural en nuestro calendario.
Los invito a todos a que aprovechen esa pausa para considerar detenidamente cuáles podrían ser los próximos pasos. Los insto a reflexionar cuidadosamente sobre las consecuencias de este revés.
Yo haré lo mismo.
En agosto viajaré y hablaré con los Miembros para analizar la situación, escuchar sus opiniones y hablar de cómo deberíamos proceder.
Y cuando todos hayan regresado a Ginebra, pediré a los Presidentes de los grupos de negociación y de los órganos ordinarios que consulten con los Miembros sobre qué se puede hacer en estas nuevas circunstancias.
Como he indicado, voy a hacer lo mismo por iniciativa propia, voy a hablar con los Miembros y los Presidentes, y los informaré a todos ustedes a su debido tiempo.
En espera de esos debates, quiero insistir en la importancia de cada uno de los tres pilares de la OMC: la solución de diferencias, la vigilancia y las negociaciones, por no hablar de nuestra labor en materia de asistencia técnica y ayuda para el comercio.
Vimos la importancia de nuestra labor durante la crisis financiera, cuando, a diferencia de crisis anteriores, no aumentó el proteccionismo. La existencia de normas y la estrecha vigilancia de su cumplimiento (con el apoyo del mecanismo de solución de diferencias) ayudaron a mantener el proteccionismo bajo control durante un período peligroso para la economía mundial.
El valor de esos pilares era evidente y estos funcionaron muy bien.
Pero cuando asumí el cargo de Director General el pasado mes de septiembre, dejé claro que me preocupaba realmente el futuro del pilar de las negociaciones.
La Conferencia de Bali fue muy importante para reactivar y revitalizar la función de negociación.
Pero han pasado tan sólo siete meses y estoy otra vez muy, muy preocupado.
Siempre he pensado que el sistema multilateral de comercio es esencial no sólo para apoyar el crecimiento económico y el desarrollo, sino también para hacer frente a otras cuestiones de gobernanza sistémicas y globales, como luchar contra el proteccionismo; responder a los nuevos retos a nivel mundial; y trabajar para resolver no sólo diferencias específicas sino desequilibrios mayores y más fundamentales.
En este sentido, el sistema multilateral ha sido desde su creación en 1948, un importante impulsor de la apertura, la cooperación y la paz.
Pero tengo claro que para que el sistema funcione adecuadamente hacen falta los tres pilares. Y si el sistema no funciona adecuadamente, los países más pequeños serán los que saldrán peor parados.
Las economías más grandes dispondrán de otras opciones. Pero las más pequeñas y vulnerables, tal vez no. Son las que tienen menos opciones y corren el riesgo de quedarse atrás. Son las que quizás dejen de tener un sitio en la mesa.
Temo que cuanto más pequeña y vulnerable sea una economía, más sufra.
Dije esto en la ceremonia de apertura de la Novena Conferencia Ministerial, y lo sigo pensando hoy.
Sería un resultado trágico para esas economías y, por tanto, un resultado trágico para todos nosotros.
Así que espero que todos ustedes reflexionen sobre esto con mucha seriedad y atención, y consideren cuáles podrían ser las próximas etapas.
Como ya he dicho, serán ustedes los que determinen las consecuencias de lo que ha ocurrido hoy.
Me imagino que todos ustedes tendrán algunas preguntas y dudas sobre lo que esto significa y probablemente todos ustedes querrán tomarse un tiempo para hablar con las capitales.
Les recomiendo que lo hagan al más alto nivel posible. Los exhorto a que insistan en la importancia de la situación en la que nos encontramos y en cuán trascendental será la posición que adopten en septiembre.
Así que, por favor, aprovechen esta pausa para reflexionar a fin de que podamos hablar del camino a seguir en estas cuestiones a su regreso.
El futuro del sistema multilateral de comercio está en sus manos.
A medianoche se clausurará formalmente la reunión del Consejo General.
Es una lástima que sólo nos queden unas pocas horas. Pero les recuerdo que el 31 de julio no es una fecha que haya fijado yo, es la fecha límite que los Ministros decidieron en Bali y que muchas delegaciones han expresado claramente que debemos cumplir.
Muchas gracias por su atención.
Como dije al principio, no voy a dar la palabra a las delegaciones.
Estoy seguro de que todos ustedes tienen mucho que decir. Pero espero que entiendan que éste tal vez no sea el momento adecuado para hacerlo.
Pienso que debemos tomarnos el tiempo de reflexionar y retomar este asunto en septiembre.
Muchas gracias.