Ciberseguridad – Un desafío para todos – Dr. María Graciana Abelenda (desde Uruguay)

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La ciberdelincuencia es un fenómeno de la vida moderna, un problema que nuestros abuelos claramente no vivieron dado que se vincula a la expansión de las computadoras y el uso de Internet, inexistente en sus tiempos.

Sin perjuicio de que el primer teléfono celular data de 1973, el boom digital llegó recién 25 años más tarde: arrancamos tímidamente mensajeándonos por msn, pasamos a los SMS y MMS, subimos alguna imagen a fotolog, y hoy no concebimos una vida sin whatsapp o redes sociales, incluso nuestros hijos pueden estudiar -mientras los adultos trabajamos desde la comodidad del hogar, sentados frente a una computadora y un robot puede encargarse de la limpieza doméstica.

Hasta aquí el relato positivo, aludiendo a avances tecnológicos que fomentan la descentralización, facilitan la comunicación interpersonal, acortan las distancias y simplifican nuestras vidas, pero ¿estamos preparados para ello?

Del mismo modo que un programador genera una app capaz de predecir el tránsito, otro crea un software (RAT por sus siglas en inglés) para acceder a tu dispositivo, tomar el control y solicitar credenciales, con el fin de ingresar a tu home banking y hacerse de tus ahorros o entrar a tu cloud y usar tus imágenes para suplantar la identidad. Asimismo, mientras un niño juega desde una plataforma online, un pedófilo se conecta para solicitarle imágenes mediante el chat de la misma, y así infinitas situaciones cotidianas que nos llevan a cuestionarnos si debemos bajarnos del ciberespacio.

La solución simple sería desconectarnos, pero esto significaría “Paren el mundo que me quiero bajar” y olvidar todo lo bueno que la conectividad nos ofrece. El punto radica en disfrutar sus beneficios sin olvidarnos de los riesgos. Al igual que nos enseñaron a mirar antes de cruzar la calle en el mundo físico, debemos educar tanto a niños como adultos a velar por su seguridad en el ciberespacio.

Esto implica un cambio de paradigma, en tanto nos hemos convencido de que desde la computadora o celular estamos a salvo, pero debemos tener en mente algunos tips simples: a) cuestionarnos antes de hacer click (aplica para completar datos, abrir hipervínculos, descargar archivos, etc.); b) cuidar nuestra privacidad, comprendiendo tanto a datos como imágenes y audios (preguntarnos si es necesario subir una foto con el uniforme del colegio o la dirección de nuestra casa, que desconocemos cuánto tiempo permanecerá en las redes o quién puede visualizarlo); c) mantener actualizados nuestros dispositivos (antivirus y demás programas): d) activar siempre el segundo factor de autenticación (tanto en mails como redes sociales y cualquier otro aplicativo); e) no descargar archivos de origen desconocido (utilizar siempre las tiendas oficiales y no abrir adjuntos cuyo origen o contenido desconocemos).

Resulta indispensable cambiar el paradigma y comenzar a desconfiar de todo aquello que no conocemos ni se vincula a nuestros hábitos diarios. Es decir, interpelarnos por y para que nos piden brindar determinado dato o tomar una acción concreta.

Es importante destacar que los referidos riesgos aplican tanto a personas físicas como jurídicas e incluso a Estados, siendo estos últimos quienes trabajan tanto en la detección de las amenazas como en la tipificación de delitos informáticos, siendo la reciente adhesión al Convenio de Budapest, por parte de varios países latinoamericanos, un claro ejemplo de esto. Finalmente, la ciberseguridad es una tarea que nos compete a todos, resultando indispensable la educación, tipificación penal, regulación procesal y cooperación internacional para luchar contra los ciberdelincuentes y evitar sufrir las consecuencias de su accionar.

Dr. María Graciana Abelenda

Enero 2.023

Abogada. Escribana. Licenciada en Administración de Empresas.  Cursando Master en Ciberdelincuencia (Universidad de Nebrija, Madrid)