Debates económico-comerciales que surgen de la “nueva” crisis del Mercosur – Por Dr. Santiago Deluca

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Las crisis políticas, económicas y comerciales globales de las últimas décadas dejaron al descubierto una obviedad: la imposibilidad de los países para resolverlas en forma aislada o individual y la necesidad de acciones conjuntas para superarlas.

Esa limitación, no siempre reconocida, provocó la disociación de factores fundamentales representados por el Acuerdo del GATT para fomentar el desarrollo de las naciones de forma equilibrada y transparente. A la par, generó expectativas ciudadanas carentes de sustento fáctico o, por qué no, incluso ánimos contrarios a la forma de mantenimiento de la paz y prosperidad más exitosa desde 1951 a la fecha: “la integración regional”.

En ese contexto, el Mercosur tiene mucho para enseñar y aportar a esa errática gobernanza de los países que lo integran. Y también reclama mayor atención por parte de éstos a fin de mantener su evolución. Es que, aunque lenta o más lenta de lo que podría desearse, no deja de ser también una herramienta relevante de mantenimiento de la paz y obtención de mejores condiciones de vida para sus ciudadanos.

Sin embargo, hace muchos años que el Mercosur tiene detractores. Y su uso como herramienta de política interna, minado de visiones económicas unilaterales, lo colocan en situaciones extremas, distorsionadas, que dan sustento a la teoría de la integración inversa [DELUCA, S. 2019-IJ-DCCXL-104] al confundir su razón de ser -porqué y para qué-. Es decir, su real utilidad a lo largo de estos 29 años.

En algunos casos se trata de simples discursos teñidos de nacionalismos. En otros, la necesidad o deseo de ampliación del comercio, olvidando que la mera existencia del Mercosur implicó una expansión económica comercial que de otra forma nunca se hubiera logrado. En ambos supuestos, con razones atendibles, pero sin dejar de aceptar -a veces en voz baja- la necesidad de la integración regional.

Frente a este panorama, el puntapié inicial de los debates y preocupación actual se materializa en las manifestaciones públicas del presidente de Brasil, quien apenas asumió su mandato señalaba la necesidad de abandonar el Mercosur para poder firmar más acuerdos comerciales con el mundo. Por ejemplo, con Israel, aunque sin ¿saber? que el Mercosur ya contaba con un acuerdo con este país que sólo esperaba -aún espera- aprobación legislativa de los Estados Parte para entrar en vigencia.

Lo dicho, junto a exposiciones públicas de la más variada índole, llevó a tensar una relación que mantuvo su status quo mientras duró la afinidad política con el anterior oficialismo argentino y se encaminó -al menos en lo discursivo- a la evaluación de una flexibilización mediante la derogación de la CMC/Dec. Nº32/00 que obliga a los Estados Parte a negociar en forma conjunta. De tal forma, se pretendió implantar un espacio integrado, pero con distintas velocidades, principalmente respecto del relacionamiento externo del bloque.

Llegados al 24 de abril de este año se produce un segundo acontecimiento que encendió alarmas y movió nuevamente a debate. Argentina informó que se retiraba de las negociaciones de los acuerdos comerciales actuales y futuros del Mercosur, para concentrarse en su política interna. En su comunicado sostuvo “…Esta posición, transmitida a los socios del Mercosur, no surge de un capricho sino de una visión sobre el modo de fortalecer las relaciones con las naciones del bloque regional: la hermandad no sólo es noble sino potente, y se funda en la reconstrucción del tejido social y productivo de nuestros países.”.

Muchas fueron y son aún las especulaciones que giraron en torno a este comunicado. Tanto que la Cancillería debió aclarar que Argentina no se retiraba del Mercosur -como se sostuvo-, sino que no ampliaría el abanico de negociaciones comerciales internacionales que tenía en agenda el Mercosur, pero sí avanzaría en aquellas dos en curso. Vale decir: con el EFTA y la UE.

Como consecuencia de este hecho se realizaron un sinfín de seminarios, conferencias, reportajes, mesas de debate y discusiones, económicas, políticas, jurídicas, académicas, bajo la suposición del fin del proceso de integración. O, cuanto menos, de qué podría significar y qué consecuencias acarrearía la denuncia del Tratado de Asunción por parte de Argentina.

Claramente el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores no fue antojadizo ni ingenuo. Se hizo a sabiendas de la intergubernamentalidad que establece el artículo 2 del Protocolo de Ouro Preto para la gestión del bloque, que implica que cada Estado tiene un voto y el mismo derecho a veto a la hora de tomar decisiones, y que esa es la forma cotidiana de negociar internamente la práctica totalidad de los acuerdos.

Puede colegirse entonces que Argentina no sólo no se retira del Mercosur, sino que “dio aviso” a sus socios de que las formas cambiaron y aunque la flexibilización puede ser una solución para su progreso, ello demandará establecer un nuevo escenario de negociación geopolítico dentro del propio bloque.

Ahora bien, como en integración todo es interdependencia o, cuanto menos, interrelación entre los Estados que participan de un proceso como el del Mercosur, cabía suponer que habría reacciones. Y no se hicieron esperar.

Simultáneamente a lo que acontecía en Argentina comenzaron a desarrollarse actividades desde la academia y diversos sectores económicos y políticos de Brasil, todas con el objeto de comprender o analizar el comunicado del pasado mes de abril.

Entre estas actividades se presenta como novedoso el estudio que desarrolló la Confederación Nacional de la Industria de Brasil “Impactos jurídicos da saída do Brasil do MERCOSUL” [CNI. 2020 – CDU:339.54:34]. http://www.portaldaindustria.com.br/publicacoes/2020/5/impactos-juridicos-da-saida-do-brasil-do-mercosul-1926/

En sus 82 páginas, que incluyen una serie de gráficos y anexos con información de relevancia, esta publicación destaca la importancia de llevar a cabo la discusión en el vecino país desde el sector industrial y comercial. En este caso se deja de lado la referencia a un eventual abandono del bloque por Argentina y se centra en una hipótesis idéntica, pero con otro actor: Brasil.

Así, repasa la normativa jurídica relacionada a la denuncia del Tratado de Asunción y sus plazos, analiza las posibilidades de conjugación de esos plazos con los que demanda una negociación internacional y con sustento en información actualizada de sus relaciones comerciales -dentro y fuera del Mercosur y ALADI- reflexiona sobre la conveniencia de apoyar una eventual salida mediante el planteo de evaluación de la compensación entre:

• las «ganancias» de un mayor margen de maniobra y autonomía para que Brasil lleve a cabo sus políticas comerciales en el extranjero – relacionado principalmente con TEC y la obligación negociar acuerdos que impliquen preferencias arancelarias en conjunto; y

• la pérdida de acceso preferencial a los mercados de Países miembros del Mercosur y terceros mercados que celebraron acuerdos con el bloque, además de en negociación y en proceso – de garantías con respecto a las restricciones no arancelarias y las posibilidades de Solución de controversias y los beneficios derivados de Numerosos instrumentos de cooperación concluidos.

El estudio finaliza con la afirmación de que “…En vista de estos aspectos, la postura aparentemente más racional, en la hipótesis que el entendimiento de que Brasil debería ser desvincularse de las obligaciones del Mercosur que afectan su autonomía para conducir políticas de comercio exterior en sí mismas: sería apuntar no a abandonar el bloque, sino a más bien una solución alternativa.”.

Dicho esto, además de invitar a la lectura del documento, cabe concluir que la integración continúa en transición, que el Mercosur no es una excepción y que los debates a nivel mundial en torno a la crisis del sistema multilateral del comercio no resultan ajenos a la región. Todo lo contrario.

En ese escenario de cambios, la lectura detenida de las acciones de Argentina y Brasil desde la perspectiva de las relaciones internacionales permiten concluir que somos espectadores de una nueva puja de poder dentro del bloque. Que, aunque los resultados económicos sean magros o no sean los deseados, ambos países se verían seriamente perjudicados en caso de abandono. Y que, como consecuencia, se abre un período de reorganización de la ingeniería del bloque durante el cual más que pensar en su flexibilización, debería encararse su profundización.

El Mercosur es una realidad política, social, cultural y, fundamentalmente, económica consolidada de nuestra región. Esa realidad se encuentra nuevamente en crisis, puesto que no cabe duda de que su motor comercial requiere ajustes. Y éstos deben posibilitar posicionar al Mercosur frente al mundo de forma tal que la integración productiva con generación de valor agregado “común” represente un beneficio mutuo equilibrado puertas para adentro. Para ello, se requiere desde todos los ámbitos involucrados de solidaridad.

Los cambios indefectiblemente vendrán. El tiempo nos mostrará sus resultados.

 

Dr. Santiago Deluca

Junio 2.020

ANEXO

IMPACTOS JURÍDICOS DA SAÍDA DO BRASIL DO MERCOSUL: http://www.portaldaindustria.com.br/publicacoes/2020/5/impactos-juridicos-da-saida-do-brasil-do-mercosul-1926/