La política comercial argentina es un boicot al Acuerdo Mercosur – Problemas transporte marítimo, arancelario… – Ec. Eugenio Marí

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Hace unos días, Brasil tomó la decisión ¿sorpresiva? de no renovar el “Acuerdo sobre Transportes Marítimos” con Argentina a partir del 5 de febrero de 2022. Este tratado, vigente desde 1985, establece el compromiso de lograr que el comercio exterior realizado por vía marítima entre ambas naciones se hiciera exclusivamente en buques de bandera argentina o brasileña. De esta manera, la denuncia del Tratado implica un golpe más al proceso de integración económica del Mercosur.

El último año, Brasil también ha tomado otras medidas que van en la misma dirección. A mediados de 2020 se redujeron al cero por ciento los aranceles de importación extrazona para soja, maíz y arroz. A su vez, Brasil consolidó por tiempo indefinido una cuota de importación extrazona de trigo sin arancel por hasta 750 mil toneladas. También por excepción al Arancel Externo Común se redujeron a cero por ciento los aranceles a gran cantidad de bienes de capital y bienes de informática y telecomunicaciones. Y por último, esta semana, se anunció la baja a cero por ciento del arancel sobre más de 400 autopartes.

Todas estas decisiones unilaterales de Brasil significan un alejamiento de la política comercial común del Mercosur y parecerían reflejar la importancia cada vez menor que los funcionarios brasileños le dan al bloque. Sin embargo, estas decisiones de política comercial más bien reflejan la desconfianza cada vez mayor que Brasil como un todo tiene sobre el rol de Argentina como socio económico y estratégico.

No es para menos. “Si el campo no entiende, voy a subir las retenciones y establecer cupos a la exportación”, así amenazó el Presidente Alberto Fernández al primer sector exportador argentino. Pero esto no es solo una amenaza para el campo argentino, sino también para Brasil ya que 80% de sus importaciones de trigo provienen de Argentina. También tenemos que recordar que el propio INDEC reconoció que las exportaciones agroindustriales de diciembre se vieron sumamente afectadas por el paro en las terminales portuarias convocado por el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU). Este paro a su vez afectó el ingreso de buques, es decir, tuvo un impacto directo sobre las exportaciones de nuestros socios comerciales, entre ellos Brasil.

Además, no podemos dejar de mencionar la política cada vez más restrictiva respecto al otorgamiento de licencias de importación y el acceso al mercado de cambios para comprar de insumos y productos importados. A comienzos de febrero, incluso se filtró a la prensa que el gobierno estaría adelantando a las empresas cuanto sería su cupo de importación en dólares para 2021, algo que, de ser cierto, significaría una clara violación a los compromisos asumidos ante la OMC. Bajo este paraguas las decisiones comerciales brasileñas apuntadas a diversificar su comercio no parecen tan arbitrarias, ¿no?

Pero sigamos leyendo al Presidente. En la misma entrevista del 7 de febrero dijo que “yo necesito que ellos [por los productores agroindustriales] exporten, porque necesito dólares que entren”. Salvando las contradicciones entre querer exportar más y establecer derechos de exportación y cupos, esta frase resume sucintamente el interés que guía la política comercial argentina: conseguir dólares. Los compromisos internacionales de integración como el Mercosur, los impactos sobre nuestros socios comerciales y las alianzas de largo plazo quedan todas en un segundo plano.

La postura argentina, donde la urgencia interna siempre supera a cualquier tipo de compromiso geopolítico, no es novedosa, sino que se viene repitiendo hace varias décadas. Para peor, el comercio exterior parece ser siempre el sector económico al que hay que regular, restringir o aumentarle los impuestos.

De manera inadvertida, la política comercial argentina ejerce un boicot directo e indirecto al Mercosur. Directo porque distorsiona, encarece y restringe el comercio y la movilidad de factores productivos dentro del bloque. Indirecto porque impulsa a que los demás Estados parte tomen decisiones unilaterales que terminan afectando negativamente el proceso de integración.

Al final del día, aunque la diplomacia argentina nos coloque como querellantes, es la propia política comercial argentina la que impulsa a nuestros socios a tomar medidas que perjudican al comercio argentino y el proceso de integración regional. Y, en consecuencia, la que también explica gran parte de la irrelevancia del Mercosur en los últimos años.

Ec. Eugenio Marí

Febrero 2.021