OCDE – Las perspectivas económicas mundiales son inciertas a medida que el crecimiento se desacelera, persisten las presiones inflacionarias y las políticas comerciales nublan las perspectivas

La economía mundial ha sido resiliente en 2024, pero están apareciendo algunos signos de debilidad en un contexto de crecimiento más lento, inflación persistente y un entorno político incierto, según las últimas Perspectivas económicas provisionales de la OCDE .
Las perspectivas proyectan que el crecimiento mundial se desacelerará al 3,1% en 2025 y al 3,0% en 2026, con diferencias importantes entre países y regiones.
Se proyecta que el crecimiento del PIB en Estados Unidos será del 2,2% en 2025 antes de desacelerarse al 1,6% en 2026. En la zona del euro, se proyecta que el crecimiento será del 1,0% en 2025 y del 1,2% en 2026. Se proyecta que el crecimiento de China se desacelerará del 4,8% este año al 4,4% en 2026.
Se proyecta que la inflación será mayor de lo previsto, aunque seguirá moderándose a medida que el crecimiento económico se modera. La inflación de los precios de los servicios se mantiene elevada en un contexto de mercados laborales ajustados, y la inflación de los precios de los bienes ha comenzado a repuntar en algunos países, aunque partiendo de niveles bajos. Se proyecta una inflación general anual en las economías del G20 del 3,8 % en 2025 y del 3,2 % en 2026. Estas proyecciones se han revisado al alza en 0,3 puntos porcentuales en comparación con nuestras Perspectivas Económicas de diciembre.
“La economía mundial ha demostrado una verdadera resiliencia, con un crecimiento estable y una inflación a la baja. Sin embargo, han surgido algunos indicios de debilidad, impulsados por una mayor incertidumbre política”, declaró el Secretario General de la OCDE, Mathias Cormann . “El aumento de las restricciones comerciales contribuirá a un aumento de los costos tanto de producción como de consumo. Sigue siendo esencial garantizar un sistema de comercio internacional basado en normas que funcione correctamente y mantener los mercados abiertos”.
Las perspectivas destacan una serie de riesgos, empezando por la preocupación de que una mayor fragmentación del comercio podría perjudicar las perspectivas de crecimiento mundial.
Las Perspectivas también llaman la atención sobre el riesgo de volatilidad macroeconómica. Una desaceleración inesperada, un cambio de política o una desviación de la trayectoria de desinflación proyectada podrían provocar correcciones en el mercado, importantes salidas de capital y fluctuaciones del tipo de cambio, especialmente en los mercados emergentes. Los altos niveles de deuda pública y las elevadas valoraciones de los activos agravan aún más estos riesgos.
Ante estos desafíos, las Perspectivas destacan las prioridades políticas clave. Los bancos centrales deben mantenerse alertas ante la mayor incertidumbre y la posibilidad de que el aumento de los costos comerciales impulse las presiones inflacionarias. Si las expectativas de inflación se mantienen estables y las tensiones comerciales no se intensifican, las reducciones de los tipos de interés deberían continuar en las economías donde se proyecta una moderación de la inflación subyacente y un crecimiento de la demanda agregada moderado.
Se requieren medidas fiscales decisivas para garantizar la sostenibilidad de la deuda, reservar margen de reacción ante futuras perturbaciones y generar recursos para afrontar las importantes presiones de gasto inminentes. Se requieren mayores esfuerzos para reasignar el gasto hacia actividades que impulsen el crecimiento a largo plazo, dentro de trayectorias de ajuste creíbles a mediano plazo adaptadas a las circunstancias específicas de cada país.
Ante el debilitamiento generalizado del producto potencial en las economías avanzadas y emergentes desde la crisis financiera mundial, se requieren reformas estructurales ambiciosas. Los gobiernos deben implementar reformas para mejorar la productividad y fomentar la adopción de nuevas tecnologías, impulsando la competencia en el mercado y eliminando las cargas regulatorias excesivas que pesan sobre las empresas.
Mejorar la educación y el desarrollo de competencias, así como reducir las restricciones en los mercados laborales y de productos que obstaculizan la inversión y la movilidad laboral, será fundamental. La inteligencia artificial (IA) representa una oportunidad única para reactivar la productividad.
“La OCDE proyecta que la IA impulsará significativamente el crecimiento de la productividad laboral durante la próxima década, con un potencial aún mayor si se consideran las sinergias con la robótica”, declaró Álvaro Santos Pereira, Economista Jefe de la OCDE . “Sin embargo, los beneficios de la IA podrían disminuir si las políticas no facilitan mayores tasas de adopción y la reasignación laboral”.