China-EEUU: una relación sin precedentes en la Historia
Por Chen Yonglong*
A lo largo de la historia, las potencias emergentes han colisionado con los establecidos para decidir quién sería el ganador que se lo llevaba todo. Pero los tiempos cambian y China y Estados Unidos no tienen que repetir las locuras del pasado.
La relación entre China y Estados Unidos no es la misma que entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética. Ni tampoco la historia está condenada a repetirse, con una potencia emergente batallando por la supremacía contra la potencia establecida.
La competencia entre Estados Unidos y el antiguo bloque soviético fue una competición por la hegemonía mundial. Fue una lucha de adversarios entre dos ideologías, capitalismo y socialismo, que quedaron trabadas en la Guerra Fría y una carrera armamentística para adquirir una ventaja nuclear. Apenas había vínculos económicos entre las dos partes. La actual relación entre China y Estados Unidos es tan completamente diferente que resulta fuera de sentido compararla con la que existió entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética.
Ni China ni Estados Unidos pueden negar que existen algunas contradicciones estructurales difíciles y competencia estratégica entre ambos. Pero la relación entre estas naciones difiere completamente de los precedentes históricos.
A lo largo de la historia, las potencias emergentes han colisionado con los establecidos para decidir quién sería el ganador que se lo llevaba todo. Pero los tiempos cambian y China y Estados Unidos no tienen que repetir las locuras del pasado.
Sin embargo, la relación sino-estadounidense ha sido con demasiada premura asemejada a la existente entre una potencia emergente y una potencia establecida. Históricamente, una potencia emergente sólo ha desafiado a una potencia establecida cuando tenía la capacidad de hacerlo. China y Estados Unidos están lejos de ser iguales en términos de fuerza nacional.
Estados Unidos posee el mayor conglomerado económico y el ejército más potente del mundo. Su gasto militar es casi equivalente al del conjunto del resto de todos los países del mundo. Cuenta con una significativa ventaja científica y tecnológica y su “poder suave” supera con mucho al de cualquier país.
China está muy por detrás de Estados Unidos en todos estos ámbitos. No se ha producido ningún cambio fundamental en el equilibrio de poder sino-estadounidense, a pesar de los remarcables logros económicos de China en los últimos treinta años. Dicho de otra forma, China no cuenta con la capacidad de desafiar la hegemonía establecida. De hecho, queda bastante claro que Estados Unidos no considera realmente a China como una gran potencia.
Ello se debe a que China es diferente a otras potencias emergentes de la historia, ya que sólo ha incrementado moderadamente su fuerza militar en el curso de su desarrollo económico y no se ha apoyado en su potencial militar para su desarrollo. Tal y como China ha afirmado repetidamente, no tiene el deseo de buscar la hegemonía. China está comprometida con su política de no alineamiento y se adhiere a un nuevo concepto de seguridad de confianza y beneficio mutuos, igualdad y cooperación. China nunca entrará en una carrera armamentística.
China aboga por una cooperación que aporte ganancias a ambas partes y se adhiere constantemente a esta idea, lo cual está en línea con la tendencia a la globalización. Como todos los demás países, China es sólo un vínculo en la cadena económica global. Su desarrollo beneficiará al mundo, mientras que a su vez también se beneficia del desarrollo del mundo.
China nunca perseguirá su desarrollo a costa de los intereses de otros países. Al contrario, está dispuesta a sacrificar sus propios intereses en favor de la recuperación regional y global, como ha quedado demostrado con sus acciones durante la crisis financiera asiática a finales de la década de 1990 y en las actuales incertidumbres económicas globales. La reforma y apertura continuadas de China está dirigidas a integrarse aún más en el sistema internacional, en cuyo seno busca mejorar el orden internacional, no derrocarlo.
Las economías de China y Estados Unidos son mutuamente dependientes y fuertemente complementarias. Los dos países son grandes socios comerciales y destinos financieros y de inversión clave para el otro. Estos hechos distinguen sus relaciones de las anteriores entre una potencia emergente y una establecida. Visto en conjunto, es momento de una cooperación más amplia y profunda entre Estados Unidos y China. La competencia económica entre los dos países es natural y puede constituir una fuerza motora para su mutuo desarrollo.
El mundo ha entrado en una era sin precedentes. La paz, el desarrollo y la cooperación se han convertido en las tendencias dominantes. Tanto China como Estados Unidos son depositarias de una responsabilidad histórica para impulsar estas tendencias. Conscientes de ello, China y Estados Unidos han comenzado ya a explorar qué tipo de relación se desarrollará entre ellos. La secretaria de Estado Hillary Clinton dijo en una rueda de prensa reciente que la situación que se ha desarrollado ahora es inaudita en la historia: una potencia establecida y una emergente buscando vías para cooperar.
La confrontación entre China y Estados Unidos no está predeterminada ni es inevitable. Simplemente requiere de confianza mutua y comunicación honesta para que escriban un capítulo totalmente nuevo en la historia de la Humanidad.
*El autor es director del Centro Americano de la Fundación para los Estudios Internacionales de China (publicado originalmente en China Daily)